Las últimas carreras del año son extrañas y diferentes para muchos corredores. Hoy quiero acercaros, de la manera más real posible, que emociones o situaciones se pueden llegar a vivir dentro del pelotón. Hablo desde mi experiencia personal y también desde la de otros ciclistas en activo, que han querido compartir las suyas conmigo. Algunos con contrato en vigor, otros han renovado con su mismo equipo, también los hay que cambian de aires y han firmado con un equipo distinto, otros aún no saben si tendrán la posibilidad de encontrar acomodo y por último algunos piensan en colgar definitivamente la bici. Felicidad, miedo, júbilo, desasosiego, alegría, incertidumbre, goce, enfado, euforia… son algunos de los estados que sufren los corredores a estas alturas de año, en sus últimas competiciones. Cada vez hay menos tiempo para descansar durante la temporada, algunos equipos ya están con la concentración logística de cara al próximo año. Terminas casi en el mes de noviembre de competir y en enero ya estás poniéndote un dorsal, lo que implica comenzar a entrenar muy pronto. Un estado común en la mayoría es el de cansancio físico, pero sobretodo mental.
El deportista no sólo trabaja cuando entrena, cuando compite, también el resto de horas está pensando involuntariamente en lo que ha ocurrido y en lo que está por llegar. Muchas ganas de desconectar, de pensar en todo menos en lo profesional. Pero no son todos los que pueden vivir esa situación, algunos aún no podrán hacerlo, tendrán que seguir pensando durante su época de descanso. Esperan una llamada, observan la pantalla del teléfono una y otra vez , desean que lleguen buenas noticias y esto puede llegar a ser estresante. Cuando estás ahí, nadie te prepara para afrontar este tipo de situaciones, tampoco la gente que te rodea está preparada. En muchas ocasiones es necesario rodearte de mentores deportivos ajenos a tu situación profesional, que te acompañen en lo que estás viviendo, yo disfruto haciéndolo. Algunos ciclistas llegan a las últimas competiciones ya habiendo renovado con su equipo actual y su única preocupación es la de disfrutar de unas merecidas vacaciones al lado de su familia o amigos.
Curioso es el caso de los ciclistas que corren estas últimas carreras en un equipo, con el que no correrán el próximo año. Se encuentran con sus futuros compañeros disputando una posición en el pelotón, pero aún tienen colores distintos de maillot. Dependiendo de las circunstancias, algunos están en una situación extraña, incómoda y complicada. No siempre se trata como se debe a un ciclista que sabes que abandona el barco, que ya no será de los tuyos y ese trato depende de si el equipo está dirigido por un manager general líder o jefe. Ahí es donde se ve el auténtico liderazgo, la inteligencia emocional de las personas que están a cargo de un grupo. Cuando un deportista se va a otro equipo, no es solo por no llegar a un acuerdo económico, en muchas ocasiones la razón es emocional.
Estar contento, disfrutar de su trabajo, confiar en su manager o sentirse respetado y valorado, también son motivos para cambiar de aires. Por el contrario hay managers que ejercen un verdadero liderazgo, que han cuidado a sus ciclistas durante toda la campaña, han mimado su parte más humana, esa que se esconde debajo de un casco y unas gafas, esa que sale cuando te vas a casa, cuando terminas una carrera con malas sensaciones, cuando estás en el hospital recuperándote de una caída. Sin duda esos ciclistas, sea cual sea su situación contractual, darán su última gota de sudor por el equipo, demostrarán ese compromiso adquirido gracias a la confianza que les ha dado su máximo dirigente con sus buenas actuaciones. También hay ciclistas que agotan sus últimos días sobre la bici, como ciclistas profesionales.
Quieren disfrutar del último kilómetro y sus emociones están a flor de piel, en ocasiones y pese a la extensa temporada, quieren seguir, no quieres que ese sueño termine. Toda una vida sobre el sillín y es el momento de vivir otra, de coger las riendas y pensar en nuevos proyectos profesionales. Fundamental haberlos preparado, haber trabajado sobre ellos cuando estás en activo, eso hará que la retirada sea más llevadera, anticipación. Fijaros que todas estas situaciones son las que puede vivir cualquier persona en su trabajo, en su día a día. A veces olvidamos que el deportista profesional, es un empleado de una compañía. Ahora que tengo los dos puntos de vista, el de haber sido deportista profesional y el de empresario, he de decir que hay algo que no cambia y que hace que todas las situaciones, hasta las más complicadas se afronten de mejor manera. Cuida y respeta a la persona y tendrás un buen deportista o empleado, hasta su último día en el equipo.
Luis Pasamontes
@pasamontesluis