El pasado lunes se celebró el día mundial del saludo. Ya sé que está muy de moda últimamente celebrar todo, pero este en concreto debería de celebrarse a diario. Dirigir a alguien, al encontrarlo o despedirse de él, palabras corteses, diciendo adiós, hola, alzar una mano, mover la cabeza, buenos días, buenas tardes: eso es saludar.
Hay muchas definiciones de saludo, pero a mi me fascina esta; “el saludo es una muestra de educación y respeto”. Que dos palabras tan importantes en nuestro día a día, que fundamental es ejecutarlas, practicarlas, no solo escucharlas o leerlas. Saludamos a las personas que conocemos como familia, amigos o vecinos, pero también debemos saludar a personas con las que no hemos hablado nunca. Ese es el comienzo de cualquier relación personal, saludar a alguien que no conoces por primera vez. Ahí empieza todo, incluso un cambio en tu vida puede comenzar por un saludo a alguien ajeno a la misma. No quiere decir que debamos ir por la calle saludando sin parar para tener más oportunidades de conocer personas que nos cambien la vida, de forma positiva. Comparto alguna circunstancia en la que yo lo suelo hacer: al llegar a un establecimiento, al abandonarlo, al entrar en un ascensor con más gente, cuando me cruzo con alguien en el portal… normalmente lo utilizo en lugares cerrados y, si soy el último en llegar, con más motivo. Pero también me gusta saludar fuera de lugares cerrados y más concretamente sobre la bici, a ciclistas que no conozco. Imagino que será porque al menos algo sé de sus vidas y es que tienen la misma pasión que yo. Llego a una grupeta y me gusta exclamar en tono elevado: “hola, buen día”. Al coger otra ruta diferente me despido: “adiós”.
Parece que lo que estáis leyendo es una estupidez, algo tan coherente que en ocasiones se nos olvida. Hace unos días por la zona dónde entreno saludé a un ciclista que llegó a mi altura. Al principio pensé que estaba hablando bajo, mucha gente me dice que no tengo un tono de voz elevado, pero al volver a gritarle en varias ocasiones “hola” y ver que me miraba y seguía como si nada, me di cuenta que el problema no era la voz, era la educación y el respeto.
Sigo escribiendo y pensando que cómo puedo estar contando algo tan básico. Me molesta tanto ver gente que llega a tu rueda y no da ni los buenos días y que al irse no dice adiós, que me enojo conmigo mismo. Al contrario hay gente pedaleando maravillosa, personas que sin darte cuenta te hacen hasta cambiar de planes de entrenamiento. Gente agradable, educada, gente normal… porque al final lo que estoy escribiendo es eso, algo normal. Qué poco cuesta saludar, agradecer, comentar… siempre digo que en el trato personal reside el mayor éxito de las personas. El saludo y el agradecimiento a gente que no conocemos no debe generar vergüenza: el no hacerlo sí.
Hagamos un ejercicio de reflexión, pensemos la cantidad de veces que no levantamos la cabeza y miramos a nuestro alrededor, la cantidad de veces que podemos dejar a alguien con la mano levantada sin obtener respuesta o con un “hola” que se pierde en el aire, sin encontrarse con otro en el camino. Puede parecer una tontería, pero que bien te sientes haciéndolo, cuantas personas puedes conocer interesantes y que habrían pasado desapercibidas de no haber optado por el saludo. Os invito a que no dejéis de hacerlo, aunque no obtengáis respuesta en muchas ocasiones, nunca perdáis algo tan valioso por no sentiros correspondidos.
No os voy a mentir, se me han quitado las ganas de saludar muchas veces. Hay días que son peores que otros y te puedes cruzar con 10 ciclistas y ninguno te devuelve el saludo. Ya se que no me conoces, ya se que nunca hemos hablado, pero vamos pedaleando, practicamos el mismo deporte y tenemos la misma pasión, algo nos une. Hoy quería trasladar este pensamiento y compartirlo con todas y todos vosotros. Pero además y bajándonos del sillín, saludar siempre que tengáis la ocasión, veréis como un simple gesto puede cambiar situaciones que ni imaginaríais. Hemos escuchado muchas veces “no lo hagas por ti, hazlo por los jóvenes o por los demás”. Nada de eso, hazlo por ti, para sentirte bien, eso hará que los demás también se sientan bien. Por cierto, si dudas en qué momento saludar a un ciclista con el que te cruces, hazlo siempre, así nunca te equivocarás. Adiós, buenas tardes.
- Luis Pasamontes
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