Una carrera ciclista empieza cuando se da el banderazo de salida pero no da inicio de verdad hasta que Amets Txurruka no está escapado. Lleva una década así, partiendo al pelotón buscando la fortuna. Los grupos grandes le agobian, se siente aprisionado. Amets no está hecho para eso. Lo suyo es volar, solo y libre. Y atacar. Sobre todo atacar. Diez años lleva así, con más días de pena que de gloria, con más fugas atrapadas que victoriosas. Y no se cansa. Su instinto es ése. El ataque.
En esta Vuelta, el Caja Rural-RGA ha partido con una filosofía diferente: la de seleccionar mejor las etapas donde infiltrar ciclistas en las escapadas. Los valores en alza en los que se han convertido Omar Fraile y Carlos Barbero junto a la experiencia de David Arroyo ha hecho que el conjunto navarro se replantee los objetivos de la Vuelta. Todo no es ya dejarse ver. Hay que hacerlo en los días clave, cuando se pueda rascar premio.
Por eso, a Amets Txurruka lo tenían corriendo con cadenas. Preso en el pelotón. Por eso y porque en el Circuito de Getxo el bravo ciclista de Markina se fue al suelo fisurándose las costillas “y día a día voy mejor, pero no me estoy encontrando a gusto”, cuenta él. “Empecé justito la Vuelta y no me estoy encontrando bien”.
Amets es un tipo duro. Uno de esos que por cien veces que se caiga siempre habrá 101 en las que se levante. Uno de esos que encandila a la afición, uno de esos a los que a todos aman. Amets es el ciclismo más puro y añejo entendido solo como un concepto: el de atacar. Y si no lo hace es como si la carrera no fuese carrera de verdad.
Camino de la Alpujarra se fue junto a Koshevoy, Lindeman, Cousin y Quintero. Cuando el Movistar se cansó de tirar y abandonó la primera fila del pelotón, a Amets le dijeron que no tuviera miedo, no lo tenía. Le dijeron que probara, Lo hizo. Pero sus piernas le dijeron que no iba a poder. Y desgraciadamente tuvieron razón. “No tenía buenas sensaciones. Josemi –director del Caja Rural-RGA- me decía que tenía que probar, que si no me iban a coger por detrás. Lo he intentado pero me he calentado y no he podido”.
Txurruka fue testigo impasible y cabizbajo de cómo el bilorruso Koshevoy, Lindeman y el francés Cousin se marcharan sin poder hacer nada por evitarlo. “Y me he venido abajo entonces, cuando me han cogido y me han remachado, y he visto que se marchaban”. Se hundió.
Habrá más oportunidades, ahora que la Vuelta ha empezado de verdad, con su primera fuga: “Eso espero, yo seguiré intentándolo pero cuesta coger una que llegue”. Persevera, Txurruka. “Llevo diez años perseverando”, responde él. Y seguirá haciéndolo. El año que viene lo hará con el Orica-GreenEDGE, el equipo de moda en la primera semana de la Vuelta. “Me hace ilusión verles, son chavales jóvenes con mucho futuro. Intentaré aportar todo lo posible para ellos”, promete. Fugas, ataques y carácter, seguro, como en la Alpujarra, la etapa donde empezó la Vuelta de verdad con las vibrantes escapadas de Txurruka.