“Los niños de Kilburn no ganan oros olímpicos ni el Tour de Francia”, rezan las últimas líneas del comunicado emitido hoy por Bradley Wiggins en el que anuncia su retirada definitiva del ciclismo profesional. Se supone, en referencia a sus orígenes humildes, que los niños nacidos en esta zona del noroeste de Londres tampoco obtienen la distinción de ‘Sir’, pero Wiggo ha cambiado ese destino. Y quizá esa idea, resaltando sus raíces, sea la mejor forma de reflejar que su trayectoria profesional ha sido un auténtico sueño. “He tenido la suerte de vivir un sueño y cumplir la aspiración de mi infancia de tener una carrera profesional en el deporte del que me enamoré con 12 años. He conocido a mis ídolos y he corrido con ellos durante veinte años”, destaca Wiggins en su anuncio, donde agradece a todos los aficionados del ciclismo el calor que le han brindado. “Lo que siempre se quedará conmigo es el apoyo y el amor del público. El ciclismo me lo ha dado todo y nunca podría haber conseguido todo esto sin el apoyo de mi maravillosa esposa Cath y nuestros hijos”.
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Bradley Wiggins ha sido un ciclista atípico, capaz de brillar en la pista y ganar el Tour de Francia, que se ha ganado el corazón de los aficionados al ciclismo por su carisma y polivalencia. Ha dominado en el velódromo y en la carretera, logrando prácticamente todo lo que se ha propuesto en sus 20 años como profesional: el maillot amarillo de la Grand Boucle, el título de campeón del mundo de contrarreloj, el Récord de la Hora, ocho medallas en los Juegos Olímpicos –seis de ellas de oro-, así como innumerables mundiales en pista.
Debutó como profesional en el ciclismo de carretera en 2001 con el equipo Linda McCartney, que poco después se hundiría, y ya en 2002 pasó a la Française de Jeux donde disputó las dos siguientes temporadas. En 2004, fichó por el Credit Agricole, donde corrió hasta que en 2006 decidió cambiar de aires e incorporarse al Cofidis. En estos primeros años, destacó como rodador y contrarrelojista, al tiempo que continuó cosechando grandes resultados en la pista. En 2008 firmó por el Team Columbia, donde solo estuvo un año antes de dar el salto al Garmin-Slipstream, donde comenzó a perder peso con la intención de ser competitivo en la montaña. Los resultados llegaron rápido y en 2009 fue cuarto en el Tour de Francia -tercero tras la descalificación de Armstrong-. El Team Sky le reclutó para ser el líder de este gran proyecto ciclista británico, que encontró su colofón con su victoria en la Grand Boucle de 2012. Los años posteriores no llegó a alcanzar tan alto nivel, a pesar de intentar asaltar el Giro de Italia, y renunció finalmente a las grandes vueltas dado el gran sacrificio que exige su preparación para centrarse en la pista y en el desarrollo de su propio equipo, el Team Wiggins, donde ha corrido las últimas tres temporadas.
Sus méritos sobre la bicicleta le han servido para que el Imperio Británico le concediera el título de ‘sir’ y para que los amantes del ciclismo le guardemos para siempre en nuestro recuerdo como una de las grandes leyendas de este deporte.