El mes de marzo está comenzando y prácticamente queda toda la temporada por delante. Restan, de hecho, las más prestigiosas e históricas carreras del universo de la bicicleta, esas grandes vueltas, esos cinco monumentos… Vendrán muchas citas que depararán llegadas masivas, su tensión, su peligro, su estética,… Su poética. Pero este domingo, primera etapa de la París-Niza, ha puesto el nivel muy, muy alto. Con otros nombres, por cierto.
Un sprint maravilloso, de poder a poder, alejado de los cánones de la volata más tradicional, en un entorno hostil para los velocistas más puros por eso de la pendiente (y también por su empedrado). En el repecho de Meudon, en su avenida del Castillo, el francés Arnaud Demare conquistó el primer jersey amarillo de la París-Niza al batir de manera muy ajustada a Gorka Izagirre (Bahrein-Merida), a su compatriota Christophe Laporte (Cofidis) y al belga Tim Wellens (Lotto-Soudal). Una oda al sprint.
El mayor de los Izagirre lo tuvo cerca, muy cerca. A apenas dos milímetros, cuentan en su equipo. Y se lo habían puesto muy bien. El asturiano Iván García Cortina hizo un encomiable trabajo de aproximación a la cabeza de carrera que en ese momento, dentro ya del último kilómetro, y del empedrado, ostentaba el francés Alexis Vuillermoz (AG2R). La maniobra previa de García Cortina para alcanzar la cabeza del pelotón fue brillante: un acelerón por el lado izquierdo, rebasando a una docena de corredores y entrando el primero en el giro a la izquierda en el que se iniciaba el adoquín.
Fuga consentida y despedida de Van Garderen
Arnaud Demare, primer líder de la París-Niza 2018.
El trabajo del Bahrein-Mérida acabó con la ofensiva de Vuillermoz mientras los protagonistas de la llegada iban tomando posiciones. Arrancó primero Demare, pero por el otro lado respondió Gorka Izagirre (y ojo, con su hermano Ion bien cerca). El campeón nacional galo se aferró como pudo a su estela… y ahí comenzó el pulso. Un pulso al que, desde atrás, se sumaron Laporte y Wellens. Julian Alaphilippe, al que se esperaba, para el que Quick Step trabajó durante muchos momentos de cierta tranquilidad, no estuvo en primera línea, pero llegó en sexta posición.
Este sprint, esa pugna, fue el mejor broche a una primera jornada de la Carrera del Sol que, en buena parte de sus 135 kilómetros, estuvo dominada por una lluvia periódica. Una etapa inaugural que hasta los últimos quince no conoció más protagonismo que el de los franceses Pierre Rolland (EF Education First-Drapc) y Luc Perichon (Fortuneo-Samsic) y el belga Jurgen Roelandts (BMC), escapados desde bien temprano y con una rápida renta de más de tres minutos de margen para apaciguar otros ánimos belicosos.
Su renta se deshizo a medida que se aproximaba la meta, aunque el pelotón acabó jugando durante una veintena de kilómetros con una treintena de segundos; como el gato que juega con el ovillo. En esos momentos, por cierto, a unos 35 kilómetros para el final, se anunció la retirada de Tejay van Garderen (BMC). El estadounidense, quien venía de subir al podio en Algarve, había sufrido una caída poco antes.
Arnaud Demare, primer líder de la París-Niza 2018.
Así quedó la primera etapa.
Neutralizada la fuga, varios equipos trabajan su “posicionamiento”. Astana, por un lado. Lotto-Soudal, por otro. Mitchelton-Scott, también. Momentos bicéfalos. Tricéfalos. A ratos tetracéfalos con las incursiones del Bora o el Delko, según tocase. Un acercamiento al muro final lleno de táctica. Muchas luchas por la posición invisibles en las que cualquier isleta, estrechamiento o giro cambia los papeles. El Lotto-Soudal acaba afianzándose en esa gestión de los prolegómenos, pero la tensión se palpa. A unos 2,5 kilómetros, caída. Y quizá resultado de ese sobresalto, arranca Vuillermoz.
Así quedó la primera etapa.
General tras la primera etapa de la París-Niza 2018.
El francés de las bocanadas, todo un ganador de etapa en el Tour, salta con fuerza allí donde el terreno comienza a picar hacia arriba, entra sólo en el giro a la izquierda y, por momentos, parece que el éxito está próximo… Pero García Cortina catapultaría a Gorka, Demare y uno de los sprints más estéticos de este 2018. “Para mí es algo nuevo ganar por la photofinish”, cuenta Demare. “Estaba seguro que había acabado segundo. A 250 metros estaba completamente muerto, pero sólo pensaba en resistir, tenía que intentarlo. Gorka y yo comenzamos casi al mismo tiempo”.
Este lunes, 187,5 kilómetros entre Orsonville y Vierzon. Una primera etapa muy golosa para la buena nómina de velocistas puros presentes en la París-Niza.
General tras la primera etapa de la París-Niza 2018.