La edición de 2017 de la Milán-San Remo será siempre recordada por el ataque de Peter Sagan en el Poggio y la espectacular resolución que protagonizó junto a Michal Kwiatkowski y Julian Alaphilippe. El campeón del mundo, a pesar de no haber logrado el triunfo, que fue por centímetros para el polaco del Sky, comentó en los micrófonos de la RAI tras la conclusión que “estoy satisfecho. Los resultados importan, pero más aún ofrecer espectáculo a los aficionados. El más fuerte no gana siempre”.
El eslovaco del Bora-Hansgrohe explicó que su ataque en el kilómetro final de la ascensión del Poggio no estaba previsto y que lo lanzó por una cuestión de instinto. “No había nada planeado porque al final las carreras dependen de las piernas que tengas. La verdad que no pensaba que fuera a salir tan bien. Pensé que otros corredores contestarían y no sé por qué no lo hicieron. Supongo que no tenían piernas. Yo no tenía nada que perder, había viento a favor y lo intenté”. Con respecto a la resolución, comentó que echo en falta algo más de colaboración de sus compañeros de intentona. “Hice mucho trabajo en los últimos cinco kilómetros. Ellos hicieron un par de curvas cada uno y está claro que recuperaron más que yo. Eché un poco de menos una mayor colaboración, pero no pasa nada. Esto es ciclismo. Registré un montón de vatios en el sprint, pero no gané. Competimos durante 300 kilómetros y puedes ganar por poco o perder por poco. Di lo mejor de mí y estoy feliz”.
Por último, haciendo uso de su habitual tono bromista y en referencia al trabajo que realizó en el tramo final comentó que Kwiatkowski “me debe unas cuantas cervezas”. Y ya centrándose en su calendario reveló que en las próximas semanas correrá Harelbeke, Gant-Wevelgem, Tour de Flandes y París-Roubaix.