Peter Sagan es historia del ciclismo. Un talento único, especial, con un aura de estrella como no hay otra en este deporte, que hoy, en Bergen, ha equiparado su figura a los más grandes clasicómanos de la historia, como Merckx, Freire, Binda o Van Steenbergen, al conseguir su tercer arcoíris. “No ha sido nada fácil. A cinco kilómetros de meta pensaba que todo estaba perdido, pero hubo mucho movimiento en cabeza, Gaviria lo intentó y finalmente todo se resolvió al sprint. Es algo muy especial haber ganado por tercera vez”.
Este tercer éxito consecutivo en el Mundial, que sitúa a Sagan como el primer ciclista en la historia en alcanzar tal hito, se fraguó con una actuación muy discreta, sin asumir protagonismo y esperando a la aparición de su oportunidad. No la desaprovechó y por un cuarto de rueda superó a Kristoff, que ante su público ha tenido que conformarse con la plata. “Lo siento por él, ya que corría en casa, pero estoy muy contento de haber logrado batirle y ganar de nuevo. No sabía que esperar en el final. El pelotón se rompió en dos o tres grupos en la subida, los belgas echaron abajo parte de la escapada, pero aún había gente delante”.
El momento más emotivo de su declaración se ha producido en el instante en que ha hecho referencia a la memoria del desaparecido Michelle Scarponi. “Quiero agradecer el trabajo que ha hecho mi selección y también el de algunos de los amigos que tengo en el pelotón. Este tercer título mundial me gustaría dedicárselo a Michelle Scarponi, que mañana sería su cumpleaños, y quiero desearle lo mejor a toda su familia. Y, por último, este triunfo también es para mi mujer, que estamos esperando un bebe”. Por último, reveló que el Mundial supone “el fin de mi temporada”.
