Mikel Nieve sigue entregando su piel y su alma por Chris Froome. Le quedan tres días de servicio antes de poner rumbo al Orica-Scott, cualquier otro corredor en su caso podría desconectar y simplemente dejarse llevar. Él no. Su lealtad y su forma de ser se lo impiden. Y como acostumbra, se ha convertido en uno de los grandes hombres del keniano en el camino hacia el maillot rojo de Madrid.
Cuando llegó a la meta de Santo Toribio de Liébana, Nieve chocó los cinco con varios de sus compañeros en señal del buen trabajo hecho en la 18ª etapa de la Vuelta, que vio a Froome renacer después del momento de crisis que sufrió en loa Machucos. “Estaba con ganas de intentarlo hoy y lo ha conseguido”.
Dice Nieve que “a un corredor de su nivel no le gusta estar tan atrás. Lo de ayer le tocó en su orgullo quedarse atrás”. Froome le metió 21 segundos a Nibali, lo que certificó que lo de los Machucos fue un susto. “Un día le toca sufrir a uno y otro día, a otro”, comentaba Nieve.
“Fue un día malo, en la crono fue el hombre más fuerte y tampoco puede ser que al día siguiente sea el quince, hay que tener tranquilidad y seguir día a día, hacer las cosas bien”. Para Nieve “aún la Vuelta no la tiene ganada, ni mucho menos. Quedan dos días que seguro que se van a hacer muy duros”.