Lo conocimos en el último Eurobike durante su lanzamiento mundial y aprendimos más sobre su funcionamiento en la feria española Unibike; pero, por más que insistimos, tuvimos que esperar ansiosos para rodar con él hasta la presentación con periodistas internacionales que la marca organizó a primeros de abril en la Sierra de Madrid, donde pudimos pedalear con una Cervélo R3 Disc montada con el nuevo grupo durante una ruta de 80 kilómetros que incluyó la famosa ascensión al Puerto de la Morcuera. La espera ha valido la pena porque, aunque el UNO nos demostró que funcionaba en las exposiciones, resistiendo ser toqueteado por miles de visitantes, tenía algunos detalles que, gracias al feedback recibido por los integrantes del Dimension Data y el Cervélo Bigla, Rotor ha pulido en la versión definitiva para conseguir un grupo que funciona al nivel de la competencia, con un tacto nítido y característico similar al de los grupos mecánicos, pero mucho más suave que el de los grupos que exhibió en las ferias; y que tiene unas marcadas señas de identidad: ligereza -anuncia hasta 400 gramos menos que el Dura-Ace Di2-, integración del sistema hidráulico de cambio y frenado -está disponible con discos o a la llanta- y, sobre todo, un cuidado proceso de fabricación en el que todas las piezas que componen el grupo -excepto las pinzas y los puentes de freno, desarrollados por Magurase diseñan, fabrican y pasan el exigente control de calidad en las instalaciones de la empresa en Ajalvir, al este de Madrid.
¿Cómo funciona?
La ergonomía de las manetas está muy conseguida. Son ligeramente más anchas que las finas manetas electrónicas con frenos tradicionales, pero considerablemente más pequeñas que las opciones que existen actualmente para frenos de disco, y los gatillos tienen una superficie muy amplia para obtener una palanca suficiente que permite reducir la fuerza necesaria para cambiar de marcha. El funcionamiento de la maneta de los piñones es similar al DoubleTap de SRAM: una pulsación baja una corona y una más profunda sube, aunque se puede regular para desplazar la cadena hasta cuatro coronas. La maneta izquierda tiene dos posiciones en cada plato para asegurar que no roce en ninguna situación, aunque crucemos la cadena con desarrollos extremos. Su funcionamiento es diferente a los grupos hasta ahora conocidos, por lo que necesita una breve adaptación -a nosotros nos costó una decena de cambios- para interiorizar el mecanismo.
Rotor recomienda montar el grupo con frenos de disco Magura de 160 mm para reducir su calentamiento y mantener el buen rendimiento que demostraron en cuanto a modulación -los exigimos en la bajada de Morcuera y no dieron síntomas de pérdida de potencia, logrando una frenada firme con muy pocos kilómetros de rodaje-. El nuevo casete desarrollado por la empresa madrileña redondea su grupo -para la cadena se confía en la KMC X11SL- con un peso de menos de 150 gramos en la versión 11-28. Está construido en tres piezas, las dos inferiores de acero y la superior compuesta por dos piñones en aluminio, y se ha diseñado para que sea compatible con los demás grupos del mercado. Más allá de lo conseguido que está su diseño -merece la pena observar los detalles de las piezas mecanizadas, sobre todo en el cambio trasero y el casete-, Rotor ha logrado con el UNO un grupo completamente fiable con soluciones novedosas, como el ajuste del recorrido de los desviadores con un único tornillo, y utilizando el carbono donde la reducción de peso no compromete el funcionamiento, como en la pletina de las roldanas y en las manetas. Su precio, 2.500 euros, quizá sea una barrera de entrada, pero es el valor que tiene una producción y un proceso de desarrollo controlados con mimo en los que, por encima de que el producto sea superventas, está la garantía de que la exclusividad supone un funcionamiento impecable.