Chris Froome y su tos

El Blog de Ainara Hernando

Ainara Hernando

Chris Froome y su tos
Chris Froome y su tos

Hacía tiempo que un caso de dopaje no sacudía a lo bestia al mundo del ciclismo. No por ello quiere decir que el doping se haya erradicado del deporte de las dos ruedas, porque casos los hemos tenido, pero han pasado desapercibidos para el gran público (y con ello me refiero a aquellos que no sigue con asiduidad el mundo del ciclismo) por ser nombres menores.

Pero, al contrario del refrán, después de un tiempo en calma ha llegado la tormenta. Y el torbellino no podía ser más fuerte. Un huracán con más efectos que “Ana”, el que nos ha sacudido el último fin de semana en nuestro país. Esta ciclogénesis también es explosiva. Y tiene por nombre Chris Froome.

Esta mañana nos hemos despertado con la noticia que, a buen seguro va a inundar los titulares de toda la prensa deportiva a lo largo del día y también de mañana. Chris Froome ha sido controlado positivo en la Vuelta a España. O no negativo, como quieran ustedes llamarlo. Que aunque suene un poco mejor, no deja de ser un triste sinónimo de lo que se nos ha venido encima. Toda una bomba.

Adentrándonos en la noticia, al susto bien le puede seguir un pequeño halo de esperanza, o al menos, de quietud. Hay coartada, o al menos explicación. No es EPO, no es ninguna sustancia anabolizante. Es un uso excesivo del salbutamol que el corredor keniano tiene permitido, por prescripción médica tomar. Pero tomarlo hasta cierto punto. 1.600 microgramos en 24 horas y 800 en 12 horas. Una medida que ha sobrepasado, (el doble de lo permitido, 2.000 nanogramos por mililitro). Ninguna de las demás pruebas antidoping a las que Froome se sometió a diario por ser el líder de la Vuelta, más alguna que otra visita de los vampiros al hotel del Sky en los hoteles durante la carrera, ha dado positivo.

Pero da igual. La palabra “positivo” aparecerá irremediablemente vinculada a su nombre en todos los titulares que están ya dando la vuelta al mundo y su nombre quedará por siempre vinculado a esta historia que, aun cuando se retire, tendrá que esforzarse en desmentir.

Desde el Sky han querido dejar claro que Froome es asmático “desde pequeño” y que, durante la última parte de la Vuelta su enfermedad se recrudeció. Siguiendo los consejos de su médico, aumentó su dosis de salbutamol, aún dentro de las permitidas. Según el conjunto inglés, Froome indicó que estaba usando la medicación. Además, el equipo añade que esas variaciones en lo que se ha encontrado en su orina pueden deberse a múltiples factores, como los alimentos ingeridos, la deshidratación o incluso la concentración del producto en la orina que ha sido analizada.

Todo aquel que se haya acercado a una carrera en la que haya corrido Chris Froome, especialmente si es una meta, puede confirmar haber visto su tan repetida y fuerte tos que sufre. Siempre la ha tenido, fue una de las cosas que más impactó de él cuando se dio a conocer al gran público en el primer Tour de Francia que ganó, en 2013. A cada meta que llegaba, sobre todo las de montaña o las que le habían requerido un esfuerzo de más, parecía que iba a quedarse en el sitio. Siempre sufría una tos aguda, muy muy fuerte y sonora.

Que en la Vuelta se le recrudeció ese asma es cierto. Los últimos días esa tos se convirtió casi en crónica. En el número posterior a la carrera de Ciclismo a Fondo, en la crónica quedó escrita una anécdota que quizá puede ser reveladora. La noche de la última crono, que fue en Logroño y donde Froome asestó un golpe triunfal al maillot rojo, la caravana de la Vuelta durmió en Burgos. Allí, a David López le tocó dormir pared con pared con su líder. Unos cuantos días después, buscando alguna historia curiosa, David rememoraba esa noche. Decía que se quedó asustado de cómo le oía toser a Chris bien entrada la noche, que no lograba dormir y que su tos era fortísima.

Al día siguiente fue la etapa con final en los Machucos, la jornada en la que Froome más sufrió de toda la Vuelta. La que peor lo pasó, y no por las dificultades en las que le pusieron sus rivales, los ataques de Contador y de Nibali. De eso se venía defendiendo desde que cogió el maillot rojo en Andorra. Lo pasó realmente mal por sus condiciones de salud, de ese asma que le estaba yendo a más y por el que aumentó esa dosis.

El control por el que resultó positivo se hizo un día más tarde.