Parecía que por unas cosas o por otras la victoria siempre se le resistía a Juanjo Lobato en este 2014, el de su consagración. Aun no habiendo conseguido victorias había demostrado a lo largo de la temporada una solidez en las llegadas que le mantenía siempre luchando por el triunfo y que hablaba bien de su progresión como sprinter. Muestra de ellos son sus seis segundos puestos, sus dos terceros y la cuarta plaza conseguida en la mítica Milán-San Remo.
Ayer, en una llegada que picaba ligeramente para arriba y tras un final complicado plagado de cotas y repechos, consiguió imponer su velocidad en un sprint en el que no tuvo rival. Gianni Mersmann (Omega Pharma), líder de la general, fue el segundo clasificado en la etapa y no pudo acercarse a menos de 10 metros de la rueda del andaluz.
Esta victoria llega en un momento ideal para Lobato, que llega a la segunda mitad de la temporada con un golpe de pedal envidiable, y para el ciclismo español pues nos hemos cansado estos días de leer en diferentes medios que no existe relevo a la gran generación de ciclistas españoles que capitanean Contador, Valverde, Purito o Samuel Sánchez. El sprinter del Movistar, de tan solo 25 años, es un ejemplo más de que hay corredores jóvenes de calidad que solo necesitan una oportunidad para empezar a ofrecer resultados y, de paso, recuerda que no solo de escaladores vive nuestros ciclismo.