En el último lustro la industria de la bicicleta ha cambiado. Si hace cinco años las gamas se dividían entre bicis escaladoras, aerodinámicas y gran fondo, ahora las diferencias se difuminan. En el caso de las bicis de competición que han sido referencia por su ligereza, como la Émonda, los nuevos desarrollos, teniendo en cuenta que ya era relativamente sencillo rebajar el límite de peso de 6,8 kg impuesto por la UCI, se han centrado en explotar sus cualidades aerodinámicas. Eso es lo que han intentado los ingenieros de Trek en esta nueva versión de 2021, la tercera evolución de la familia Émonda: conseguir el equilibrio entre una bici escaladora y aerodinámica, pero sin llegar a los pesos -desorbitados para algunos- de las bicicletas diseñadas para el terreno llano. El principal cambio en el diseño se aprecia en el primer vistazo al tubo diagonal, que ha crecido considerablemente -el logo de la marca también contribuye a esa impresión- y ya no es redondo, sino que su perfil dibuja una especie de forma de D. Lo mismo ha ocurrido con las patas de la horquilla, que son más anchas, la tija de sillín y los tirantes, mientras que la pipa de dirección también tiene un diseño mucho más afilado. Según la marca, estos cambios en el diseño hacen que la bici ahora sea más rápida que la segunda versión de la Émonda. En concreto, Trek asegura que en sus pruebas en el túnel de viento ha registrado una mejora de 60 segundos en una prueba de una hora con una potencia constante de 350 vatios. Además, Trek anuncia que también es más rápida en ascensiones con pendientes constantes. Por ejemplo, la marca dice que en una subida como el mítico Alpe d'Huez, subiendo a 350 vatios en un tiempo de 47 minutos, el mismo ciclista ahorrará 15 segundos con la nueva versión respecto a la anterior. Extrapolables o no estas mejoras a la vida real, lo cierto es que en la Émonda, al menos en este tope de gama por su peso, sigue siendo una bici en la que priman las sensaciones vivas. Y más por el aumento de rigidez en el pedalier, que ya no es BB90, y, sobre todo, en la parte delantera. Para los puristas, dos detalles finales: Trek no ha bajado los tirantes y refuerza el carácter deportivo alejándose de los neumáticos anchos; la bici monta de serie cubiertas de 25 mm y 28 mm es el máximo recomendado. Fina El cableado en la Émonda, tanto en el tope de gama SLR como en el SL, es completamente interno desde la dirección, donde llega por debajo del nuevo manillar integrado Bontrager Aeolus RSL, que cuenta con un canal para guiarlos y una pequeña tapa bajo la potencia para ocultarlos. El Aeolus RSL es plano en su parte superior y pesa 286 gramos con una longitud de potencia de 110 mm y un manillar de 420 mm, algo más que el anterior XXX, pero hay que tener en cuenta que ha crecido de tamaño y es notablemente más rígido. Tiene un alcance de 100 mm, por lo que es un poco más largo que los habituales compact, aunque no nos ha supuesto mucho esfuerzo acostumbrarnos después de colocar nuestras medidas. Nos gusta esta manera de pasar los cables por la dirección, en vez de integrarlos en un conjunto de manillar y potencia específico de la marca, porque permite colocar cualquier configuración para encontrar la posición más cómoda. OCLV 800 Para conseguir que el peso no aumentase con el nuevo diseño de los tubos, la marca de Wisconsin ha desarrollado el nuevo carbono OCLV de la serie 800, que sustituye en sus modelos tope de gama SLR al carbono OCLV 700 que empleaba desde su nacimiento en la Émonda y que utiliza en las versiones superiores de la Domane y la Madone. Trek asegura que este nuevo carbono es un 30% más rígido que el OCLV 700 y permite conseguir un ahorro de peso de 60 gramos en la construcción del mismo cuadro. En total, el cuadro SLR pesa 698 g en talla 56 y la horquilla 365 g. Con el nuevo carbono también han paliado el aumento de peso que supone una de las grandes novedades, la introducción del pedalier roscado T47 que la marca ya utiliza en la Domane. Quizá algunos consideren un paso atrás la vuelta a las cazoletas roscadas; a nosotros nos parece un movimiento lógico porque garantiza menos problemas en la zona y facilita mucho el mantenimiento. Más novedades Las dos versiones tope de gama, este montaje con SRAM RED eTap AXS y el de la SLR9 con Shimano Dura-Ace Di2, equipan las nuevas ruedas Bontrager Aeolus RSL 37. Son compatibles con tubeless, tienen un perfil de 37 mm, una anchura interna de 21 mm y externa de 28 mm. Montadas en ellas, las cubiertas R4 320 de 25 mm -con un rodar finísimo y más resistentes de lo que recordábamos, como nos demostraron rodando por una pista en no muy buenas condiciones- tienen una anchura real muy similar a la nominal. Anuncian un peso de 1.325 g y, según Trek, el diseño de la llanta consigue que sean tan aerodinámicas como las Bontrager XXX 4, que cuentan con un perfil de 47 mm y pesan alrededor de 100 g más. Bontrager ha optado por montarlas con los bujes DT Swiss 240, entre los mejores del mercado por sus prestaciones y fiabilidad, y con los que reencontrarnos, por el peculiar sonido que hacen cuando dejamos de pedalear, ha sido un placer. Omnipresente El SRAM Red eTap AXS de 12 velocidades se ha convertido esta temporada, a la espera del secreto a voces del próximo movimiento de Shimano de trasladar las 12 velocidades al Dura-Ace, en el rey de los montajes tope de gama. Su funcionamiento es exquisito, sobre todo por la mejora que la marca norteamericana ha conseguido en el desviador y por el tacto de los frenos. En bicis deportivas como esta preferiríamos optar por platos 50/37, no porque el 48x10 se quede corto, sino para conseguir un escalado más equilibrado en las coronas inferiores. Rodando rápido en terreno llano, el plato de 48 dientes te obliga a utilizar demasiado las tres coronas más pequeñas. Geometría Como ya ocurrió en la renovación de la Madone hace un par de temporadas, Trek ha desarrollado en la Émonda una nueva geometría única, que ha bautizado como H 1.5, con la que elimina las geometrías anteriores en las que estaba disponible el cuadro SLR: H1, más deportiva, y H2, de concepción más cicloturista por su menor alcance y mayor altura. En concreto, la Émonda 2021 en talla 56 tiene una pipa de dirección de 15,1 cm, mientras que la anterior medía 14 cm en H1 y 17 cm en H2. Del mismo modo, el reach en talla 56 de la nueva Émonda es de 391 mm, mientras que la versión anterior tenía un alcance de 395 mm en geometría H1 y de 387 mm en H2. El stack del cuadro es de 563 mm, por los 549 de la H1 y los 577 de la H2, lo que permite también eliminar separadores en la dirección. Es un punto de equilibrio con el que la marca consigue abarcar un gran número de usuarios con sólo una plataforma. Evolución de la Émonda Desde su lanzamiento en 2014, la Émonda ha sido la favorita, dentro de la gama de Trek, entre los ciclistas que buscaban un modelo con el que explotar sus cualidades escaladoras. Cuando se presentó, llegó con el aura de ser una de las bicis de serie más ligeras del mercado, con una versión, la SLR 10, que pesaba incluso menos de los 4,6 kg anunciados gracias a componentes exclusivos como ruedas y sillín Tune o el manillar Bontrager XXX. Su segunda evolución, presentada en junio de 2017, siguió la tendencia de bici ligera, con un cuadro por debajo de los 650 g en su versión tope de gama, y estrenó versión para frenos de disco. Como era previsible, Trek ha desarrollado esta nueva Émonda sólo para frenos de disco, una decisión lógica, ya que el Trek Segafredo es uno de los equipos que han apostado con firmeza por este sistema de frenado. Nuestra versión Project One aumenta el precio en 600 € respecto al modelo de serie. El juicio ¿Ha perdido dotes escaladoras? No. ¿Ha mejorado por su aerodinámica? Seguro, pero es difícil de cuantificar a nuestro nivel. Después de varias pruebas, que han incluido salidas de muchos kilómetros, hasta una ruta de más de 250 km con 4.000 metros de desnivel, nuestra sensación es que el territorio de la Émonda siguen siendo las subidas, con una mejora notable en la rigidez del pedalier y, sobre todo, en la zona de la dirección y de la horquilla, probablemente por el nuevo diseño de patas aplanadas. En los cambios de ritmo y en los descensos rápidos es donde más se aprecia esa mejora en la dirección, que ofrece mayor estabilidad y una percepción de control más preciso. Eso sí, el nuevo diseño de tubos perfilados tiene como contrapartida que no es una bici especialmente cómoda. ¿Es importante? Si estás buscando una bici así, que está concebida para la competición y es pura deportividad, no debería serlo. Balance final Trek ha adaptado la Émonda a las demandas de los profesionales: una bici más aerodinámica, pero sin perder la ligereza, que es su mejor argumento cuando afrontamos una ascensión.