A veces no es solo cuestión de piernas. No solo cuenta ser el más fuerte, demostrarlo en la carretera semana a semana, victoria tras victoria. Hay que estar en el momento oportuno. En el lugar adecuado. Llegar en ese momento. Mikel Aristi es uno de esos ciclistas tocados por la mala suerte de no haber llegado ese dichoso instante. Cuando hace cuatro años estaba preparado para dar el salto a profesionales al amparo de la Fundación Euskadi, el Euskaltel se diluyó. El maldito ‘timing’. De haber llegado con las mismas piernas, con el mismo palmarés, con idéntica decisión y planta pero una década antes, no hubiera tardado en debutar en el World Tour, pero la desaparición del equipo naranja y el solar en el que se convirtió el ciclismo español, con tantos corredores en el paro y tan pocos huecos, le dejó en el limbo.
Pero Mikel no desistió y Miguel Madariaga le hizo profesional en el 2013 con la Fundación Euskadi. Estuvo dos años, soportando las dificultades del pobre calendario español para los equipos continentales hasta que Madariaga no pudo mantener por más tiempo el equipo y se vio obligado a regresar a sus orígenes, los mismos de Mikel, el campo amateur. “No fue algo agradable al principio volver a aficionados”, reconoce ahora el corredor de Bergara, “no dejaba de ser una bajada de categoría pero era consciente de que todavía era muy joven. Aunque hubiese hecho dos años en continental bajaba y aún era sub23, veía que todavía tenía posibilidades para volver a dar el salto. Me veía con confianza para hacer una buena temporada”.
Su moral alta, unida al buen ambiente en el equipo hicieron del 2015 un año tremendo. “Todo el grupo estábamos muy unidos y había muy buen rollo. Jorge Azanza nos trasmitía muchísimo, estábamos muy a gusto con él y nos daba mucha confianza. Cuando todo eso funciona, los triunfos antes o después llegan”. Llegaron. Mikel se impuso en la segunda etapa de Vuelta a Cantabria y en la de Coruña, se llevó la general vuelta a Toledo, el Memorial Gervais sub23, el Circuito Escalante, la Clásica San Pedro, el GP San Juan Segura y también ganó Laukiz. Ocho victorias unidas a once segundos puestos que confirman su tremenda regularidad en todo el año.
“Pensé en hacer un año más como amateur. Tenía en mente que a partir de sub23 no quería seguir en amateur pero al ver que habían pasado varios élite a profesionales, se me hacía duro pensar en dejarlo así que pensé en hacer un año más”, confiesa Aristi, “pero también es verdad que no creo que esta temporada hubiera podido obtener mejores resultados”. Por suerte no podrá comprobarlo, pues el equipo francés Delko-Marseille lo llamó a finales de octubre para reclutarlo. El día 23, concretamente. “Y ha sido la única opción que he tenido, pero estoy súper contento”, asegura. Esta tarde estrenará sus nuevos colores en la crono por equipos que abre el Tour de San Luis. Su camino de regreso al pelotón profesional. “No tenía un plan B porque no me planteé en ningún momento dejar la bici aunque lo decía, pero realmente no lo pensaba. Estoy estudiando IVEF en Vitoria y seguiré haciéndolo, a distancia”.
Ahora Mikel, 22 añitos, ha pasado al otro lado. “El último año en la Fundación, los que entraban nuevos al equipo me veían como el mayor del equipo, el viejo, y aquí soy un niño. Cambia mucho con la misma edad de estar en amateur o en profesional. Veo a Leonardo Duque que es compañeros mío. Ya está casado y con hijos…¡y no sé qué pensarán de mi, si tienen 13 años más yo!”.
Estudiando francés
El recibimiento no ha podido ser mejor para el corredor guipuzcoano: “Me he dado cuenta de que en este equipo todo está muy programado y que el plan se establece y se lleva hasta el final. Eso me gusta, me da tranquilidad”, comenta. “Me han enseñado el calendario y es muy bueno. En febrero todas las semanas voy a competir y tengo carreras de la Copa de Francia que se me adecúan muy bien a mis características. No sé muy bien el rol que voy a tener en el equipo pero estoy dispuesto a coger cualquier papel”, asegura.
La única dificultad confesa es el idioma. “Pero estamos unos cuantos así –además de Aristi, Leonardo Duque y el gallego Delio Fernández junto a Dani Díaz también forman parte del equipo, además de un masajista vasco-, y los franceses hacen un esfuerzo para que nosotros entendamos”, explica. Aún así, Mikel ya está matriculado en una academia de francés para aprenderlo. “No he tenido mucho tiempo, solo tres semanas entre las concentraciones y ahora venir a Argentina, pero cuando vuelva, lo retomaré”. La mejor escuela será esa.
“Lo importante es que nos han acogido bien y me estoy adaptando. Ahora quiero hacerme bien a la categoría, buscar mi sitio en el equipo, coger un rol e intentar ser el mejor en eso”. No piensa en victorias. “En este momento hay muchos ganadores en el equipo y viendo mi edad y mi trayectoria, hay gente sobre el papel delante de mi, aunque no descarto esa opción. A todos nos gusta ganar, pero de momento quiero ir paso a paso”.
Sin miedo al salto de categoría
Quiere destacar “en ese tipo de carreras ‘repecheras’ que llegan al sprint en un grupo reducido. No soy escalador ni mucho menos pero creo que en esas carreras puedo hacerlo bien, tengo punta de velocidad sin ser sprinter puro” y sobre todo, no tiene miedo: “He hecho dos años en continental y sé a lo que me enfrento. Aunque sumaré más kilómetros con respecto al año pasado y esa diferencia es bestial. Pero voy a ser dos años mayor que cuando estuve en profesionales, sé que he ido progresando y confío en seguir progresando. Puedo terminar haciéndome a la categoría, confío en ello”. Los compañeros de grupeta, a la que pronto se unirá Dani Díaz que vivirá éste año en Durango, tampoco dudan de las magníficas prestaciones de Mikel: “Es muy maduro y sabe lo que quiere, tiene las cosas claras. Es muy constante en el entrenamiento y tiene una técnica increíble. Lo tiene todo para ser un pedazo de corredor de clásicas”, opina Markel Irizar.
Aristi tiene todo un año para adaptarse en su camino de regreso a la máxima categoría aunque para ello se haya visto obligado a emigrar a Francia. “Llevo años escuchando que el que algo quiere en el ciclismo se tiene que marchar fuera. Lo tenía tan interiorizado que lo veo normal, y más aún con mis características y no me sorprendió”.