Pasada de frenada: Gari Bravo

A sus treinta años, el lazkaotarra afronta su segunda etapa en la Fundación Euskadi, de nuevo bajo la denominación Euskaltel-Euskadi. Lejos de sentirse un veterano, espera seguir aportando mucho al equipo y, por qué no, apostar por una victoria, aunque sin obsesionarse

Rafa Simón. Foto: Juanjo Otazu

Tras cinco temporadas en el Murias, Garikoitz Bravo ha vuelto esta temporada al equipo de la Fundación Euskadi.
Tras cinco temporadas en el Murias, Garikoitz Bravo ha vuelto esta temporada al equipo de la Fundación Euskadi.

- Vuelves a vestir el naranja del Euskaltel- Euskadi. ¿Crees que el equipo llegará a ser aquel de entonces?

- Estoy con mucha ilusión y ganas. El año pasado ya tenía claro que quería vestir de nuevo de naranja. No sé si a corto plazo podremos llegar a ser lo que fue Euskaltel en su día. Seguro que con el tiempo llenaremos las carreteras con los fans del Euskaltel y del color naranja que nos representa.

- Llevas muchos años rozando una victoria. ¿Es algo que te obsesiona o lo que tenga que ser, será?

- No me obsesiona, pero es verdad que tengo ganas de conseguir una victoria. Llevo un segundo y un tercero, aunque me falta lo más difícil, que es ganar. Se me ha pasado por la cabeza. Cuando salté a pros me parecía muy difícil; ahora, más curtido, lo veo más asequible y el día menos esperado puede ocurrir.

- Este año no habéis recibido invitación a La Vuelta con un recorrido en el que podíais lucir los colores por Euskadi. ¿Os ha dolido o lo esperabais?

- Es una pena no poder estar en La Vuelta, pero tanto el equipo como Euskaltel como empresa ya sabían que existía la posibilidad de no ser invitados. Si se confirma finalmente, pues será el año que viene. También nos ha dado mucha pena no participar en la Itzulia; ha tocado así y ya está.

- Te hemos visto unas apreciables dotes de cantante en el tema 'Pedalearé'. ¿Seguirás siendo "aquel pestoso que te aprieta hasta que te quedes de una vez"?

- Dos veces que ya he cantado para vosotros (risas) La verdad es que luego, con el conjunto de todos los ciclistas en el vídeo, salen buenos temas pero seguiré siendo el que aprieta siempre hasta que se queden los demás. No lo dudes (más risas).

- ¿Qué es lo más bonito que estás viviendo como ciclista del Euskaltel-Euskadi?

- Estar aquí, en un equipo vasco, con el color naranja, el más identificado por los vascos, y que Euskaltel se haya vuelto a incorporar al proyecto es lo máximo. En 2013, cuando no pude seguir porque el equipo desaparecía, fue un palo. Retornar ahora supone un subidón.

- A tus treinta años, ¿lo mejor de Gari está por llegar?

- Parece que con treinta años ya soy mayor, pero mira los Valverde, Luis León, Rojas... Así que yo me veo joven, con fuerzas y ganas. Creo que aguantaré unos años más; tengo mucho por dar.

- ¿Cuál es tu grupeta de entrenamiento?

- Cuando entrenamos en grupeta nos juntamos Alex Aranburu, Jon Irisarri, Joel Nicolau, Jon Tena y Mikel San Juan. En ocasiones salgo con el hijo del difunto Rufino Murguía y otras veces entreno en solitario.

- ¿Cómo recuerdas a nivel emocional la etapa de La Vuelta de 2018 con llegada al Balcón de Bizkaia?

- La jornada de la Vuelta a España en el Monte Oiz fue de lo más grande que he vivido. Era mi primera Vuelta y acabar esa etapa frente a los fans y mi gente fue pura adrenalina. Ojalá se pueda volver a repetir.

- Si pudieras dar vuelta a atrás en el tiempo, ¿qué enseñarías al Gari Bravo que ganó el premio de la montaña en el Tour del Porvenir?

- Tengo muy buenos recuerdos de aquel Tour del Porvenir, como también de la Volta a Portugal en la que quedé mejor joven. Echo de menos que entonces alguien me hubiera asesorado para encontrar un mejor futuro, pero ahora la verdad es que me va muy bien y estoy feliz de ser parte de la Fundación.

- ¿Cuál ha sido tu mejor día encima de la bici?

- Cuando conseguí terminar como mejor joven en la Volta a Portugal de 2011 y también en aquel Tour del Porvenir como ganador de la montaña. Tenía unas piernas de escalador impresionantes. También el día que ganó Mikel Bizkarra en la Vuelta a Aragón y yo hice segundo. Esa etapa me sentí vencedor, pero triunfó Bizkarra y me alegré igual.

- Un compañero de fatigas con el que te seguirás tomando un café cuando los dos os hayáis retirado.

- No puedo escoger sólo un compañero de fatigas para tomar un café. Elegiría a toda la grupeta. Prefiero con todos... ¡y más de un café si es posible!

 

Recuerdos del confinamiento

- ¿Qué es lo que se te hizo más duro de todo el confinamiento?

- Lo más duro fue la incertidumbre que hemos tenido. Cuándo empezaríamos a competir, cómo, con qué medidas... 

- ¿Y qué has descubierto de ti mismo en ese periodo de cerrojo a cal y canto?

- Me he quedado muy sorprendido conmigo mismo porque he sabido llevar una rutina: desayunar, rodillo, entrenar, gimnasia, comer y cenar. Así durante dos meses, pero la verdad que muy bien porque he aguantado en condiciones. No he sufrido mucho con esto; sé que hay gente que lo ha pasado muy mal.

- ¿Odias más el rodillo o has aprendido a apreciarlo?

- Sinceramente, el rodillo siempre lo he odiado, pero si me marcan un tipo de entrenamiento lo hago con ganas y muy a gusto. Todos los días he seguido una rutina y he completado el trabajo que se me ha encomendado. Haciendo entrenamientos de una hora o de una hora y media se pueden sacar buenas sesiones, pero el rodillo ya está guardado en el garaje. ¡Aunque si lo tengo que sacar otra vez, lo sacaré!

- ¿Qué hiciste el primer día que os dejaron salir a entrenar?

- Cuando se pudo empezar a rodar un ratito, estuve, como todos los de la zona, en la variante de Lazkao, para adelante y para atrás, lo poco que se podía durante una horita o dos y respetando el límite establecido. Luego ya nos dieron el permiso a los profesionales y la primera salida larga que hice fue la 'vuelta a la costa': Lazkao, Tolosa, Villabona, Zárate, pasar a Zarautz, Getaria, Zumaia, Azpeitia, Mandubia y para casa, que son unos 110 kilómetros.

- Eres una persona a la que le encanta perderse en la montaña. ¿Cuál ha sido tu mejor descubrimiento?

- Siempre me ha gustado la montaña, desde muy pequeño. Mi padre me lo inculcó en su día. En los Pirineos me encanta Monte Perdido o el Aneto. Por la zona de casa tenemos algunos sitios maravillosos como el Txindoki o el Aizkorri, que crees que los conoces de siempre pero cuando subes por un lado o por otro la montaña parece que cambia. He podido ir un par de días al monte, a las campas de Urbia, que es un lugar precioso.