“Cuando estaba a doscientos metros ya sabía que nadie iba a lograr pasarme y que ganaría”. No es solo cuestión de piernas, también es mental. De pura y plena confianza. Si se tiene la suerte de contar con las dos cosas, ganar se convierte en un trámite para un ciclista que se acostumbra tanto a alzar los brazos como a ajustarse las zapatillas cada mañana antes de tomar la salida. Eso le sucede a Alexander Kristoff. Junto a Vincenzo Nibali y Edvald Boasson Hagen ha sido el gran protagonista del Tour de Omán que ayer finalizó con su segundo triunfo de etapa. Junto a las tres que logró en el Tour de Qatar la pasada semana, el noruego alza su casillero de triunfos a cinco y es el hombre con más victorias parciales en los dos meses que lleva de vida la temporada ciclista, igualado con Marcel Kittel.
El noruego ha encontrado petróleo en el desierto. “Es un buen comienzo”, acepta. Pero no le sirve. “Si esto lo hubiera conseguido hace cinco años cuando no ganaba nada me hubiera dado por satisfecho por todo el año”. Ahora no. “Después de lo que he logrado en los últimos años, ahora quiero más”.
El vikingo tiene hambre de victorias. Y ya no le vale cualquier cosa. “Ahora llega el momento importante”. Se abre la campaña más vibrante de la temporada, las clásicas de primavera. “La Milán-San Remo y Flandes son mis dos primeros objetivos pero también la París-Roubaix”, la única de las tres que le quedan por ganar.
Por eso empezar la temporada plagado de éxitos es crucial: “Me da confianza a mi y especialmente al equipo, porque a mis compañeros les hace creer que podemos ganar. En las clásicas todo será diferente, porque son carreras más duras y mucho más largas pero los rivales serán más o menos los de aquí y haberles ganado significa que puedo volver a hacerlo”, asegura.
El año ha empezado “con éxitos, igual que los anteriores así que estoy en el buen camino”. Su próxima cita será la Omloop y la Kuurne-Bruselas-Kuurne. “Igual estoy un poco cansada pero no solo por estas carreras, si no por el cambio de temperatura. Quizá eso sea un shock para mi cuerpo pero espero estar competitivo”, augura Kristoff.
Pero no solo de piedras vive el vikingo, pues la temporada tendrá en el mes de julio su segundo momento clave con el Tour de Francia. Entonces se enfrentará a Marcel Kittel, el sprinter más brillante del inicio de la temporada junto a él. “Va a ser emocionante verme contra él”, asegura. “Cuento con perder en las etapas fáciles frente a él porque en un sprint llano es muy rápido. Nadie consigue pasarle y de hecho, nadie lo ha logrado ni de cerca. Pero en las etapas con finales más duros puedo soltarle”.