Peter Sagan es campeón del mundo por segundo año consecutivo. 12 meses más portando el arcoíris para orgullo del ciclismo y de todos sus aficionados, que han sufrido en Catar la organización de un Mundial que lejos de estar a la altura de la cita se ha salvado por dos motivos: la decisiva aparición de los abanicos y la victoria de un corredor que es una suerte para este deporte. Y si además, como segundo y tercero, plata y bronce, acompañan Cavendish y Boonen, tenemos como resultado un podio de leyenda. Tres campeones del mundo en el cajón, con el ciclista más relevante de la actualidad en el centro. A pedir de boca.
Sin embargo, la cruda realidad es que nadie esperaba nada distinto a una larga y monótona travesía hasta la inevitable llegada masiva, pues el recorrido, y especialmente el circuito final, 15 kilómetros recorriendo las calles del ostentoso archipiélago artificial de la Perla -cuatro millones de metros cuadrados ganados al mar-, no invitaba a que se produjeran maniobras reseñables. Pero el viento ha cambiado, y mucho, la prueba y ha desencadenado una situación de carrera insólita en un Mundial, pues jamás un maillot arcoíris se había decidido por la aparición de abanicos. Los 150 primeros kilómetros recorriendo el desierto catarí, libre de vegetación o edificaciones que protejan la carretera, han configurado la receta ideal para que Bélgica comenzara a jugar con el viento y provocará una selección en la que solo han sobrevivido los mejores en estas circunstancias. Los grandes rodadores, los ciclistas más potentes; los mismos protagonistas que podríamos encontrar en cualquier clásica primaveral. Y tal como suele suceder allí, aquí tampoco ha habido españoles en cabeza.
El pelotón fue dinamitado por el esperado viento, y de la utilización del mismo Bélgica logró dejar únicamente 30 ciclistas en cabeza, de los cuales seis vestían su maillot. Van Avermaet y Boonen, entre ellos. También estaban bien representados Italia, con Nizzolo, Viviani, Guarnieri y Bennati, y Noruega, que filtró a Koersaeth, Kristoff y Boasson-Hagen. A estas naciones se unían Cavendish, Matthews, Hayman, Terpstra, Sagan, Kolar y Bonnet. Lo dicho, la élite.
En la persecución, solo Imanol Erviti representaba a España, que ha visto como sus otros ocho ciclistas se han acabado retirando. Junto al navarro del Movistar Team, y con una desventaja cercana al minuto, han rodado una infinidad de kilómetros luchando por contactar la Alemania de Greipel, Kittel y Degenkolb, Francia, con Bouhanni, y Holanda, que veía como las opciones de su hombre rápido Dylan Groenewegen también se evaporaban. En este segundo grupo no estaba ya Fernando Gaviria, uno de los ciclistas que visto su rendimiento en la reciente París-Tours bien podía haber peleado por el arcoíris, pues fue víctima de un extrañísimo incidente provocado por Luke Durbridge, que se quedo parado sin que el colombiano pudiera esquivarle. No se fue al suelo, pero el impacto provocó una luxación en el hombro y que tuviera que abandonar la carrera.
La diferencia entre el primer pelotón y el perseguidor, segundo a segundo, fue aumentado hasta transformarse en insalvable y quedar el triunfo en manos de los ciclistas que componían el grupo delantero. Bélgica, Italia y Noruega se repartieron la responsabilidad de fijar el ritmo hasta introducirse en la última vuelta al insulso circuito de la Perla de Qatar, donde vimos los primeros ataques. Terpstra fue quién lo intentó con más ahínco, pero sus movimientos fueron desbaratados por un Greg Van Avermaet sensacional y entregado a la causa de Boonen.
La arrancada más peligrosa la protagonizo un semidesconocido como Tom Leezer (Holanda), ciclista del LottoNL-Jumbo, que a punto estuvo de sorprender a los más grandes. Le faltaron 300 metros para completar la hazaña. Bélgica e Italia, de la mano de Roelants y Guarniei, lo impidieron y dejaron en inmejorable posición a sus velocistas, Boonen y Nizzolo, que vieron como por derecha e izquierda se les colaban Sagan y Cavendish. El eslovaco y el británico fueron, sin duda, los más rápidos en el sprint. Tanto el campeón del mundo como el ciclista de la Isla de Man partieron desde muy atrás y fueron librando rivales. Peto rozó a Nizzolo para progresar junto a las vallas y Cav tuvo que dejar de pedalear para salvar a Matthews, circunstancia que le impidió discutir el claro triunfo de Sagan. Un genio con un talento único que a sus 26 años entra en el exclusivo club de ciclista capaces de revalidar su título mundial, algo que solo habían logrado antes Ronsse (1928-1929), Van Steenbergen (1956-1957), Van Looy (1960-1961), Bugno (1991-1992) y Bettini (2006-2007). El eslovaco comienza a tomar maneras de leyenda como acredita que en un mismo año, 2016, haya logrado proclamarse Campeón del Mundo, de Europa, número 1 del ranking UCI World Tour, ganador del Tour de Flandes, además de vencedor de tres etapa del Tour de Francia y del maillot verde de la regularidad. Peter Sagan, nuevo rey de este deporte.
.@petosagan goes back to back at @UCIDoha2016! ???????? pic.twitter.com/fGOmmWKhda
— CyclingHub (@CyclingHubTV) 16 de octubre de 2016
Mundial de Qatar 2016 – Ruta élite masculina
- Peter Sagan (Eslovaquía) 5.40.43
- Mark Cavendish (Gran Bretaña) m.t
- Tom Boonen (Bélgica) m.t
- Michael Matthews (Australia) m.t
- Giacomo Nizzolo (Italia) m.t
- Edvald Boasson Hagen (Noruega) m.t
- Alexander Kristoff (Noruega) m.t
- William Bonnet (Francia) m.t
- Niki Terpstra (Holanda) m.t
- Greg Van Avermaet (Bélgica) m.t