No lo duda. Ni por un atisbo. "He venido aquí para ganar este Tour". Lanza disparos antes, incluso de llegar a la montaña, a la que se asoma ya en Andorra con la llegada de los Pirineos. Alberto Contador llega tercero en la clasificación general a las montañas, su espacio natural. Precedido, eso sí, por el patrón del Tour, Lance Armstrong, líder compartido con Fabian Cancellara. Amarillo de paso. "Estamos en una buena situación y habrá que ver cómo pasan las cosas a partir de mañana". Habla en primera persona del plural. Nosotros.
"Los dos pensamos en ganar", dice el madrileño.Ya no hace falta explayarse. El pensamiento lo comparte con Armstrong. Igual que el maillot. Del dividido Astana. "Pero los dos está claro que no lo podemos hacer". Aclara. Reto. "A medida que pase cada etapa veremos la situación en la que nos encontramos, pero no hay que obsesionarse", asegura. Nada de obcecaciones, pero sí de preocupación mínima por aventajar, en renta de tiempo al enemigo que corre en casa.
Porque "los que tienen que atacar son los otros", especifica Contador. Nadie tiene un bloque tan compacto como el del Astana. Tan fuerte. Sitúan a cuatro corredores entre los cinco primeros a los pies de los Pirineos. Solo Cancellara, líder, desvirtúa el color turquesa de las posiciones de lujo de la general. "Sastre atacará desde lejos, y Evans también", avisa Contador. "Ellos serán los que más moverán la carrera, aunque también los hermanos Schleck están en la obligación de moverse y jugarán sus bazas". ¿Y Armstrong?. "Todo el mundo habla de si atacará uno u otro, pero los que de verdad tienen que atacar son otros". Balones fuera.
Pero hay un aspectgo en el que no duda. "Son los demás, los que tienen tanto tiempo perdido los que deben atacar de lejos. Eso sí, si yo veo una situación que me acompañe y las piernas me van bien, lo voy a aprovechar". Promesa de disparo anunciado. Seguro. ainara@ciclismoafondo.es
