FOTOS. Giro de Italia 2011: El segundo Giro de la última leyenda

Alberto Contador certificó en Milán su sexta 'grande' en una crono ganada por David Millar

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FOTOS. Giro de Italia 2011: El segundo Giro de la última leyenda

Fotos: Tim de Waele
Dentro de varios años, de muchos años, cuando su fina figura de ciclista sea recordada por sus hermosas batallas, por su estilo valiente, por su bello caminar, por sus mil y un demarrajes, por su heroico y épico ciclismo, sin miedo a nada, siempre mirando a la cara al futuro, por su danza alegre, llamativa, por su baile de ensueño sobre los pedales de su bicicleta, Alberto Contador, que es de Pinto y ya tiene 28 años, estará en el mismo escalón, en el mismo espacio de la memoria que ahora ocupa la agresividad y la lucha de Lance Armstrong, la tranquilidad y la humildad de Miguel Indurain, la eternidad de Bernard Hinault, de Felice Gimondi, de Jacques Anquetil, la ambición de Stephen Roche, de Eddy Merckx, la Italia dividida de Coppi y Bartali y todas y cada una de las historias más bonitas, más preciosas, más apasionantes, del deporte que más cerca está del misticismo, el que viste a un ser humano de héroe, el que atrapa, el que engancha, el que enamora a miles y miles de personas, el que extiende una forma de vida.

Ese deporte que ahora tiene como bandera a un madrileño que escribió su capítulo más increíble durante este mes de mayo. Un mes de locura, de persona de otro planeta, de marciano. A base de ataques, de demostraciones, de exhibiciones, de abundante arte, Alberto Contador cavó más hondo su agujero en la cueva del ciclismo, la que guarda, con cariño y emotividad, las páginas más valiosas que se han creado sobre el asfalto, en los puertos más terribles, en los descensos más terroríficos. Contador tiene ahí, en esa cueva, los recuerdos de sus tres victorias en la carrera de las carreras, en el Tour de Francia, los recuerdos de su triunfo en la cita de casa, en la Vuelta a España, y los recuerdos, desde hoy, desde que cruzó, contento y feliz, de rosa puro, con los brazos en alto, con la mirada de niño, la última meta, la de Milán, de sus dos ediciones del Giro de Italia.

"Ganar el Giro es un sentimiento increíble. Va para toda mi familia, para mis amigos, para todo el Saxo Bank", gritó Alberto en la plaza del Duomo, escenario de lujo para poner punto y final, para cerrar el Giro más duro de los últimos años. Un Giro comandado por un príncipe que ya es rey, por un corredor que no sabe que hará mañana pero que mostró una fortaleza mental digna del más grande. Corrió para ganar y ganó. Ha sido el mejor. Nadie pudo responderle. No tuvo rival. Sus piernas son únicas en el mundo. Como su mente. Ambas, piernas y mente, mente y piernas, le han llevado de rosa hasta Milán después de atacar y atacar, de saltar de demostración en demostración, de humillar a todo aquel que pretendía ser superior a él, un chico duro construido entre dificultades. Pero nada ni nadie le puede. No le derrumbó aquel madilto cavernoma, ni un más que dudoso positivo que aún planea, que aún amenaza en el horizonte.

Tampoco le han destruido Michele Scarponi y Vincenzo Nibali, dos de casa, los más resistentes, los que posaron junto a él en la foto más preciada de una 'grande', ésa en la que todos quieren aparecer, por la que muchos pelean, con la que muchos sueñan. Los italianos pensaban en otro Giro, imaginaban uno en el que su máximo rival fuera humano, que mostrase, al menos, un síntoma de debilidad, que ofreciese una oportunidad. No la tuvieron. Han vivido tres semanas infernales, de llantos y pesadillas, de humillaciones, viendo cómo un español hacía con ellos lo que quería, cómo manejaba los hilos de sus marionetas en el Etna, en Glossglokner, en el temido Zoncolan, en Val di Fassa, en Nevegal.

Con el Giro de Italia 2011, que comenzó con la muerte de Wouter Weylandt, con el emotivo homenaje de su equipo y su amigo del alma, que recuperó la alegría con la danza de Contador en el volcán que amenazaba con lava, que se estremeció con la marcha de Xavi Tondo, quien dejaba en Sierra Nevada su tierna sonrisa como legado, que se emocionó mientras Kiryienka ayer le recordaba, que vio los ojos felices de Vicioso, de Ventoso, de Igor Antón, de Mikel Nieve, con su segundo triunfo en la 'Corsa Rosa', consigue Alberto Contador su sexta 'grande'. "He disfrutado muchísimo con todo, con el recorrido, con la gente... Me voy con la satisfacción del trabajo bien hecho, de haber puesto todo de mi parte para conseguir este resultado, que es inmejorable. Es una victoria especial en cuanto a sentimiento". Sentimiento que demostró cuando decía adiós al Giro en Milán, en la crono final que David Millar se apuntó, en la que 'Purito' aguantó la quinta plaza, en la que Nieve salió del top diez, en la que el ciclismo volvió a disfrutar con la última leyenda.
"Venía a ganar y lo he conseguido".



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