Desde que ganó en la Vuelta a España, David López, de Barakaldo, de 29 años, de cuerpo delgado, fino, de escalador, ágil cuando aparece lo verde, las cuestas empinadas, las carreteras estrechas, la montaña, es un corredor diferente. Llenó el botín de ambición. Supo que también sabe ganar, que él puede, como Valverde, como Tondo, como los grandes, levantar los brazos y ser aún más feliz, ser el protagonista y no el gregario del que se llevará los elogios, los aplausos, los premios. Se crió en el Cafés Baqué y lució el naranja del equipo de casa, del Euskaltel-Euskadi. Prontó saltó al Caisse d'Epargne, a los brazos de Eusebio Unzue. Llegó con la misión de ser el hombre de confianza, la mano derecha, la pierna derecha de un murciano que quería ganar todo. Cumplió sin rechistar, sin levantar la voz, aceptando su trabajo. Pero éste, el murciano, se topó con el CONI y la UCI y acabó viendo desde casa a sus compañeros. Todo cambió para David López.
Sin el encargo de ayudar a tu líder, con más libertad que nunca, encaró la Vuelta de una forma distinta, con otras expectativas, con distintos objetivos. Por fin, podía mirar por él, ser individual, trabajar para sí mismo, en beneficio propio. Tocó el cielo en Alcoy. Luego, cambió el negro por el azul del Movistar y se lució en la Vuelta al País Vasco que ayer terminó. Se sintió uno de los buenos, de esos que luchan por ganar, por un puesto del podio, por ser el centro de todas las miradas. Aguantó en las terribles rampas de su Euskadi, intentó la machada el penúltimo día e hizo la mejor crono de su vida para acabar séptimo. Por delante de ciclistas del nivel de Alexander Vinokourov, todo un especialista en las pruebas contra el crono, de 'Purito' Rodríguez, el mismo que ganó en el Tour, que se vistió de rojo en la Vuelta. Estaba por encima de Luis León Sánchez, otro de sus antiguos jefes, por el que se dejaba la vida cuando la carrera lo requería, cuando los directores lo pedían. Acabó mejor que Andy Schleck, el luxemburgués que tutea a Alberto Contador cada mes de julio, que su hermano Frank, que David Arroyo, el feliz y natural talaverano que puso patas arriba el último Giro.
Hoy siguió con la racha positiva en la Klasika Primavera de Amorebieta, la que una vez se llevó Samuel Sánchez, la que se apuntó Alejandro Valverde, en la que se lucieron Damiano Cunego, Joaquim Rodríguez o Carlos Sastre, sus últimos ganadores. En la salida, durante la carrera, cuando atacó, todos miraban a Igor Antón, el principal candidato al triunfo, pero en la llegada David López le robó la cuota de protagonismo. Porque él, y no otro, era la baza española que más opciones tenía en los últimos metros. Pero en su camino, también en el de Nick Nuyens, el flamante héroe de Flandes, se cruzó Jonathan Hivert, un jovencillo francés del Saur-Sojasun que había ganado ya en Andalucía. Le quitó la victoria. Le dejó sin la guinda de una semana que pudo ser perfecta. Se quedó en el sobresaliente.
FOTOS. Klasika Primavera: Hivert deja sin guinda a David López
Después de una semana fantástica, el del Movistar saboreó la victoria que acabó llevándose Jonathan Hivert. Nick Nuyens, tercero