La lluvia no deja ver, malvada. Menos
palpar, aunque sea de refilón y con disimulo. Oculta. Por eso a
Contador le gusta. Por eso Contador, madrileño, de la meseta seca y
calurosa mira al cielo y sorprende pidiendo agua para las etapas que
llegan, para el Tour que despierta por fin. "Que llueva", dice y
sorprende. La que cayó entre Blaye les Mines y Lavaur fue
monumental, una tromba. “No se veía nada, veníamos a sesenta por
hora y las ruedas de las bicis levantaban una cortina de agua que se
metía en los ojos aunque llevaras gafas lo que fuera, daba miedo",
explicaba Samuel Sánchez. "Si llegamos a poner luces anti-nieblas
hubiéramos hecho mejor la etapa", proseguía confesando el
asturiano que pasó “miedo en el final, nos temíamos lo peor".
La fatalidad en forma de caídas abandona al Tour por fin y, como
coladas de lava que descienden peligrosas imparables se acercan los
Pirineos.
El primer bloque de montaña, éste año más suave que el anterior pues el Tour alterna en cada edición el protagonismo a una de sus cadenas montañosas y ésta vez le toca a los Alpes y al centenario Galibier. Para entonces el Tour no estará tan ciego como ahora, con todos los favoritos, o los supervivientes de una primera semana terrorífica, jugando al póker. No hay muestras, no hay cartas sobre la mesa indicadoras. Solo señales, toques y tocados como Contador y su rodilla derecha que cada vez, asegura el madrileño menos le preocupa. Hoy se verá si es cierto. Cartas arriba. Por eso prefiere la lluvia Contador, no porque le guste, si no porque es el ciclista más nadador.
Y no le quedará más remedio que dar brazadas con pies y manos al madrileño para recuperar el tiempo perdido, -un minuto y 41 segundos sobre Evans y un minuto y 52 segundos lo que tiene Andy Schleck de ventaja-. De eso se vale Contador para avisar de que son ellos, los señala con el dedo "los hermanos Schleck los que tienen que lanzar la carrera" mientras él se lanzará a por la primera etapa de los Pirineos “a la expectativa". Ciego, pues "la rodilla ha respondido bien pero no he subido el Tourmalet". Ése le tocará hoy, el verdadero examinador de su dolor en la etapa que concluirá en Luz Ardiden tras el ya consabido y la Hourquette d'Ancizan primero. 211 eternos kilómetros con la meta posada tras una ascensión final de 13 kilómetros al 7.4% de desnivel medio.
A él llegará el Tour por la vía rápida después de que el aguacero ahogara las opciones de Rubén Pérez para disputar el sprint donde Cavendish dio cumplida cuenta de la venganza ante Greipel. Rubén Pérez fue el telonero para el Euskaltel-Euskadi del concierto que esperan dar los de Igor González de Galdeano en los Pirineos, su territorio, con Samuel Sánchez como cantante. Las rampas del Tourmalet y Luz Ardiden se atestarán de aficionados vascos como también lo estarán las del Aubisque el viernes, a 42 kilómetros del final en Lourdes y Plateu de Beille el sábado, el paladín de los Pirineos.
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- Las declaraciones de los protagonistas del día
- Todas las clasificaciones de cada etapa
- La montaña
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