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Ya llegó, la alta montaña empieza en el Giro, con un aperitivo en el Monte Grappa que ha puesto a trabajar al equipo Liquigas que, como si se revolviera contra los titulares que en los últimos días les criticaban por su excesiva laxitud, han mostrado un control total de la carrera, dando un golpe de mano que ha impuesto un orden natural en la clasificación general.
En fila de a uno
Es una frase hecha, aun así todos pensaban en ella: "el puerto está demasiado lejos de la meta", pero esta vez no se ha cumplido el maleficio y en el terrible Monte Grappa ha servido de escenario para vivir una memorable etapa de alta montaña. Ingredientes de dificultad no le faltaban: la etapa se prolongaba por más de 200 kilómetros y el Grappa tiene cerca de 19 kilómetros, con más del 8% de pendiente media. Pero los de los maillots verdes no se han esperado a las rampas duras para enseñar los dientes. La tercera hora de carrera, con Liquigas tirando en cabeza, se ha rodado a más de 45 km/h, por un perfil de serrucho que no era el lugar ideal para mantener esa media. Al abandonar la población de Semonzetto han incrementado el ritmo y las primeras rampas de Monte Grappa han visto descolgarse a casi todo el pelotón, quedando delante un grupo de algo más de una veintena de elegidos.
Todo a una carta
El primero de los importantes en saltar es Wiggins, saca una ventaja mínima, ya que Liquigas mantiene un ritmo infernal. Los primeros problemas empiezan a llegar para Richie Porte, a Evans le vemos haciendo la goma, Vinokourov y Sastre se muestran incómodos y, justo a 6 kilómetros de la cumbre del Grappa, Nibali lanza un ataque definitivo. Basso no iba a salir a por él, por lo que Scarponi debe asumir su persecución, llevándose a rueda al eterno Cadel Evans. El ritmo es alto y Vinokourov y Sastre forman un dueto en el que el del Cervelo demuestra una gran inteligencia realizando los esfuerzos muy medidos. Mañana todos se las verán en el Zoncolan y los excesos de hoy le pasarán factura a alguno de los que haya gastado lo que no parecía racional.
Batalla en el descenso
Nibali pasa primero por la cumbre del Monte Grappa, seguido por Scarponi y Basso. Evans ha perdido unos metros en las últimas rampas y Sastre y Vinokourov se han dejado 1:08 en la pancarta de la cumbre. Empieza a llover y el asfalto brilla en el descenso. Nibali ataca, Evans engancha a Scarponi y a Basso y, por detrás, Vinokourov arriesga hasta el límite en busca de arañar segundos de cualquier parte. Sastre es más inteligente y levanta el pie en espera de que llegue la grupeta en la que marchaba su compañero Tondo y David Arroyo, corredor ignorado por la realización de la televisión italiana durante toda la etapa, sin caer en la cuenta de que sería el más beneficiado de la etapa, ya que Richie Porte se dejaba 3:27 al paso por el puerto puntuable del día.
Hasta el último metro
Cuando la carretera se seca, Nibali saca 42 segundos al terceto perseguidor. Llegan los últimos 15 kilómetros llanos y Vizenzo se acopla en la bicicleta y no mira hacia atrás, aunque sabe que algo de tiempo le estarán quitando. Vinokourov vive otra guerra, está en tierra de nadie, pero pedalea con la rabia que le caracteriza. Por detrás, donde se está jugando el maillot rosa, David Arroyo asume en primera persona la responsabilidad de distanciar lo máximo posible a Porte y se lleva tras de si a una decena de corredores, entre los que se encuentran, Samoilau, Mollema, Cunego, Gerdemann, Pinotti, Wiggins, Tondo, Sastre y Cioni. Nibali levanta los brazos en la meta de Asolo, todavía con 23 segundos sobre el terceto perseguidor y Basso, que no había dado ni un solo relevo a Scarponi y a Evans, se lleva la bonificación del segundo puesto.
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