La vida de Ángel Vicioso se contalibiza en dos dados que se agitan lanzados al amparo caprichoso de un asiento de noria en contínuo movimiento. A veces arriba, otras abajo. Crepúsculos de prosperidad y bienestar, de auge grandioso, en lo más alto casi se llegan a ver las estrellas, se toca el cielo, seguidas de albas desdichadas y calamitosas, sumergido en lo más profundo del que, por mucho que se quiera mirar arriba, no se atisba un halo de luz. Infierno. Una supuesta implicación en la Operación Puerto que nunca se llegó a demostrar es válida para que el mundo del ciclismo te de la espalda. Así es la bicicleta. Te hace sufrir, te quita más de lo que te da pero sin embargo se le procesa devoción pasional. Amor loco. Vicioso siempre ha tenido la desventura mirándole frente a frente, retándole mientras le miraba directo a los ojos. Le pasó en el año 2000 en la 15º etapa del Giro de Italia. Él, 22 años, segundo como profesional vistiendo el maillot del Kelme Costa Blanca, un auténtico desconocido en aquélla, su primera grande disputada. Vicioso se metió en el sprint y lo ganó, pero los jueces consideraron que había variado su trayectoria perjudicando al resto y le quitaron la victoria en beneficio de Biagio Conde. En Rapallo, más de una década después, Vicioso, un millar de batallas y penurias sufridas, de noches sin dormir sin saber qué tenía después, qué estaba por llegar, se cobró su cuenta pendiente con el Giro.
"Aquella victoria no la considero mía por eso con esta victoria me quito la espina clavada que tenía", dice feliz. Su alegría es comedida, no puede sonreír en este Giro que no recordará la tercera etapa, la de su triunfo por eso ante la muerte de Wouter Weylandt. "Era el más fuerte y me encontraba muy bien aunque en un sprint pueden pasar mil cosas". Hace once años, cuando le quitaron la victoria en Brescia, sus compañeros le obligaron a correr los primeros kilómetros del día siguiente con los brazos levantados, en señal de protesta. Esta vez solo pudo recoger la emoción merecida al cruzar la línea de meta. "¡¡He ganado, he ganado!!", le gritó, nada más llegar a Rapallo al coche de su equipo. Allí se acabó la celebración. Ni podium, ni besos de carmín. Ni flores ni aplausos. "Cambiaría mi victoria porque Weylandt estuviera grave". Vivo, no duda en señalar.
Mamá, contenta y con agua en los ojos
En casa también lo celebraron. A lo grande. Raquel, su chica esta embarazada de su segundo bebé. Será niña y se llamará Manuela, "de momento, porque hasta hace poco decíamos que sería Valentina. Y no descartamos cambiar de idea cuando la veamos al nacer". Será mediados de junio. No pudo contenerse en el sofá Raquel y se pudo a dar saltos en el salón de casa, en Zaragoza. "Le dije que no diera muchos, a ver si se iba a poner de parto ya", comenta entre risas Vicioso. Jaime, el primogénito estaba atónito: "Pero mamá, si estás tan contenta, ¿por qué te sale agua de los ojos?, le preguntaba a mi mujer", recuerda con dulzura Vicioso a su familia, el motor de la vida que a un millar de kilómetros le impulsa. Hoy como ayer. Ahora y siempre.
Ellos, Raquel, Jaime, Anuncia, su madre, Mª José y MªPilar las hermanas mellizas, Armando, su hermano y Ángel el cabeza de familia, el dueño de la carpintería que trae el pan a casa le han empoujdo para volver a coger los dados y tirarlos sentado en la noria, arriba cuando la implicación en la Operación Puerto le dejó en el paro. Cerrró los puños Vicioso y se puso a tocar puertas de equipos. Cerradas todas para él como si de un enfermo contagioso se tratara. "Pensé que nunca más iba a volver a correr una grande". Tampoco pudo hacerlo el pasado año en la Vuelta a España, cuando el Andalucía-Cajasur le dejó fuera del 'nueve' para no crear polémica. "Fue muy duro, parecía que era el apestado", recuerda con dolor. "Y no es así". Ha vuelto a una, al Giro, aquella que le quitó su primera gran victoria como profesional y que le ha brindado la última por méritos propios.
"Mi objetivo era ganar una etapa metiéndome en una fuga pero no pensaba que iba a hacerlo tan pronto. Había tenido muy buenas sensaciones desde que gané el GP Industria pero esto ha sido una sorpresa. Te da más tranquilidad para seguir corriendo". Años por delante. Los disfruta ahora por fin, de vuelta a la parte alta de la noria Vicioso toca el cielo. Es, de nuevo una estrella. De momento, nada de pensar en darle golpes al martillo y clavar puntas en el negocio familiar. "De joven hice mis pinitos y no era un chapuzas. Suelo ser mañoso en mi trabajo pero de momento lo dejamos aparcado aunque nunca se puede descartar". Seguirá consagrándose Vicioso a su otro gran hobbie, la caza. Lo practica en invierno, cada jueves y domingo, escopeta en mano. Para el resto de año, visión, piernas y bicicleta. A seguir cazando victorias.
Giro de Italia 2011: Vicioso vuelve a cazar
El zaragozano se quitó la espina clavada once años atrás de la etapa que le quitaron dudosamente por variar su trayectoria con el triunfo en Rapallo que pasó desapercibido por la muerte de Weylandt