GPMiguel Indurain:Desde la retaguardia también se levantan los brazos
David de la Fuente obsequió al Fuji-Servetto con una victoria de calidad en Estella después de conseguir echar abajo a la poderosa armada del Caisse d' epargne
admin
Fotos: Rafa Gómez
Hay ocasiones, pocas, en las que trotar de segundón, de zaguero resulta más eficaz que abrir paso a todo un pelotón de guerra por tierras aún sin tomar. En terreno desconocido los pasos son siempre más desconfiados, inseguros. Es en esos casos cuando los soldados transfieren toda responsabilidad a los grandes capitanes. A los oficiales que guían el paso. David de la Fuente/>, experto zaguero en constante contacto con el palo de la portería ciclista acompañado por el Fuji-Servetto, pequeño caudillo recluta en el GP Miguel Indurain lo cedió al Caisse d' epargne. También lo consintió el Milram de Fabian Wegmann, domador de la subida final al Puy con sus dos anteriores victorias, el Saxo Bank de los hermanos Schleck, ruedas importantes a seguir desde la misma salida de Estella y el Euskaltel-Euskadi con un dolorido Samuel Sánchez que se atrincheraba en su tendinitis. Todos en la retaguardia. Convertidos en enemigos de la primera fila de batalla, la del Caisse d' epargne que afilaba sus espadas para Alejandro Valverde. Ganadores virtuales desde el kilómetro cero y grandes perdedores en el 191, donde David de la Fuente/> le brindó una poderosa levantada de brazos al Fuji-Servetto y levantó también al equipo de Eusebio Unzue una victoria que parecía suya.
Parecía. Porque de tanto congelarla en los kilómetros decisivos, el Caisse d' epargne se quedó sin premio en la vistosa y repleta subida final al Puy. Abrieron camino y se convirtieron en conductores del pelotón de estrellas que se dio cita en Estella para tomar parte en un renovado GP Miguel Indurain, que incluía cuatro pasos por el alto de Ibarra que hizo las delicias de los aficionados que se agolparon en las cunetas. Por ellas pasaron destacados Roman Kreuziger, Alexandre Botcharov, Vladimir Efimkim y Gorka Verdugo, los únicos que consiguieron abandonar la dictadura del reclutamiento al que sometió el Caisse d' epargne la carrera. Mantuvieron las esperanzas de seguir con vida hasta el final de la prueba gracias a los dos minutos de renta, constantes, con los que viajaron buena parte del recorrido. Premeditados. Cedidos por la gran armada negra capitaneada por Alejandro Valverde y Joaquim Rodríguez. Renta. Hasta que Andy Schleck buscó la escisión con un primer arreón en el segundo de los cuatro pasos por Ibarra.
Xavi Tondo lo intenta
A su demarraje respondió David Moncoutie y más discretamente Vladimir Karpets. Todos, soldados de la retaguardia. Igual que David de la Fuente./> Tímido/> y en silencio. Casi sin hacer ruido. Un tanto inseguro. Caminaba el cántabro en el mismo grupo, roto ya, en el que Luis León Sánchez se afanaba por restablecer el orden. Con Andy Schleck y Moncoutie neutralizados, al Caisse d' epargne le quedaban aún muchas balas para matar la carrera y presentarse en la última subida al Puy dispuestos a asestar el último golpe de espada a la carrera, helada por su propia táctica. Ni Xavi Tondo, valiente soldado zaguero que lo probó antes del repecho final y consiguió una pequeña ventaja de la que disfrutó durante escasos kilómetros. Ni su arrojo pudo derribar la motocicleta en la que Luis León Sánchez desgastaba la brea para dejar solo a una veintena de unidades en la primera línea de batalla. Dispuestos a la lucha. Entre ellos no estaba Joaquim Rodríguez ya. Sacrificado 'por la patria'. Por las opciones de Alejandro Valverde, al ya todos veían como ganador.
Todos menos David de la Fuente/>, otro de los zagueros de la retaguardia. En segunda fila de guerra. Soldado experimentado. Dispuesto a morir otra vez por un tiro. Como en Llodio, una semana atrás. En la localidad alavesa, el cántabro hizo las veces de kamikaze. Lanzador suicida. Se tiró a por la victoria a sabiendas de lo imposible de acabar con vida. Abrió su propio escuadrón frente a las piernas olímpicas de Samuel Sánchez. Vencedoras. Por eso en Estella se retrasó a la segunda fila de guerra. Silenciosa y desapercibida, pero más efectiva. Desde ella calculó las distancias y se aprovechó de la caída de una de las motos de televisión. Imprevisto para el escuadrón de Valverde. Al murciano le dejó descolocado. Cuando echó la vista a sus dos laterales, los soldados ya se le habían sublevado. Inalcanzables. Todos aquellos que desde la retaguardia le temían, sabedores del alcance de su poderío. Derrotado ya. De ello se aprovechó David de la Fuente./> Aguantó/> su propia potencia hasta la cima del Puy. Zaguero con premio. El segundo para el Fuji-Servetto después del triunfo de Cobo en la cuarta etapa de la Vuelta/> a Castilla y León. Partiendo también desde la segunda fila de guerra. Porque desde la retaguardia también se levantan los brazos. ainara@ciclismoafondo.es
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