Con el diseño del recorrido de la actual edición de La Vuelta, con la práctica totalidad de las etapas trazadas en el tercio norte de la península, no es de extrañar que la presencia de la montaña alcance una gran relevancia, visitando los macizos montañosos de Galicia, León, Asturias, Cantabria, País Vasco y diversas zonas del Pirineo. En este escenario resulta logico que surjan 35 puertos puntuables: 3 de categoría especial, 12 de primera, 6 de segunda y 15 de tercera, repartidos de manera muy equilibrada a lo largo de las 21 etapas y haciendo acto de presencia desde la segunda jornada.
Con este panorama podemos disfrutar de diez llegadas con la meta en alto, en lugares que atesoran una dificultad elevada como Arrate, Valdezcaray, Jaca (Fuerte del Rapitán), Coll de la Gallina, Mirador de Ézaro (mucha atención a esta llegada con rampas de hasta el 29% de pendiente), puerto de Ancares, Lagos de Covadonga, Cuitu Negru (Valgrande Pajares), Fuente Dé y Bola del Mundo. Si eliminamos la contrarreloj-prólogo de Pamplona, nos encontramos con que una de cada dos etapas acaba en un alto y, hasta la contrarreloj de la undécima etapa (Cambados-Pontevedra), tiene dentro del recorrido el Monte Castrove, una cota puntuable de tercera categoría.
Al ser alguna de estas metas inéditas, capitaneadas por el Cuitu Negru, la mayor incógnita de esta edición de la Vuelta, es difícil ponderar lo que podrá suceder al disputarse la llegada en el seno de una carrera, lo que aún añade un punto más de interés a la disputa de estas etapas.
En la elección de la "etapa reina" hay dos seleccionadas en liza: Cuitu Negru y Bola del Mundo, y no nos atreveríamos a dictar sentencia en favor de ninguna ya que, aunque aparenta más dureza la jornada asturiana, la cumbre de la sierra madrileña se disputa en la penúltima etapa, cuando la mayor dificultad podría ser el cansancio acumulado por los corredores a esta altura de la temporada.
Con estos ingredientes no resulta complicado vaticinar un gran éxito a nuestra carrera más importante del calendario, estando convencidos que la sobremesa de los últimos días del verano no va a resultar nada propicia para dormir la siesta.
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