Cuando el foco natural del astro rey iluminaba por primera vez a Yonathan Monsalve en Barinas, en el occidente venezolano, Libardo Niño se estrenaba como ciclista a lo largo y ancho de Colombia esperando, confianza ciega la suya, incondicional, que algún día no muy lejano en el tiempo de la corta carrera que se le avecinaba sus pedaladas atravesaran el Oceáno Atlántico que, como kilómetros cúbicos separaban Colombia de Europa. Del ciclismo denostado colombiano que no fue testigo de su explosión hasta varios años después con la llegada de Santiago Botero, de la nada deportiva a la sociedad del bienestar ciclista que suponía Europa. De las pendientes peladas, interminables y lunares que hacen reventar los tímpanos de su país natal a las curvas legendarias del Alpe d'Huez, el ahogo del Mortirolo y la asfixia hasta el límite del Angliru. Los caminos del venezolano, debutante esta temporada con el Androni de Gianni Savio y del colombiano enquilosado por inspiración al Le Tua Malasia, son de ida y vuelta a la vez. Colisión de caminos producida de forma divina en Genting Highlands, allá donde la niebla quiso engullir el acento latino del Tour de Langkawi. Elevaron su voz más alto ambos ciclistas que la adversidad de las condiciones climatológicas. Su voz suena tenue, la de los dos, de esas de acercar la oreja para entender lo que sus labios pronuncian. Sus pedaladas, toscas y secas hablan por ambos, líder Libardo y ganador de la etapa reina Monsalve.
Es un camino de ida y vuelta casi perfectamente coordinado el de Monsalve y Niño. Cuando uno, el joven y portentoso venezolano que es Monsalve, 21 primaveras que suma colmadas con una planta magnífica y atractiva, agradecida de catar con la mirada tanto como su espléndido estilo sobre la bicicleta, viene, asoma su menuda cabecita por encima de las montañas sobre las que planea, por las que avisa escalar más rápido que nadie en los próximos años el otro, Libardo Niño extiende la palma de su mano para decir adiós al ciclismo. Niño, solo así de apellido, llega a los 42 años y aquí sigue, con un maillot y un culotte que a partir de mañana cambiará los rojo, azul y blanco del le Tua Malasia que le ha adoptado por el amarillo de líder del Tour de Langkawi. A Niño le da igual el maillot que le den, qué más da. Lo que importa es correr. Y lo hace a lo grande el colombiano, después de que en Cameron Highlands asestara el primer golpe a la clasificación general siendo segundo tras Tekeaki Ayabe, el inesperado invitado de la primera etapa de montaña. Allí Niño agarró la rueda del japonés, entre el diluvio y el frío de Cameron Highlands, piel dura la del colombiano. Zafó diferencias y solo las bonificaciones le distanciaron seis segundos del liderato. Ahogadas entre el diluvio camino de Genting Highlands en la segunda y última etapa del Tour de Langkawi que ahora viste el colombiano de amarillo con dos segundos de ventaja respecto a Yonathan Monsalve.
Ataque de Rolland
En sus caminos de ida y vuelta que se han chocado en Malasia, Monsalve y Niño aunaron fuerzas para dar alcance a Pierre Rolland. El francés había atacado sobre el cartel de los últimos cinco kilómetros sobre las correosas rampas del largo y tendido puerto de Genting Highlands para distanciarse mientras por detrás, una decena de unidades entre las que se encontraban los dorsales de los favoritos Sella, Pozovivo y el propio Monsalve junto a Libardo Niño se apiñaban para darle alcance. Entrenamiento de altura el realizado por el Gnomo Sella, gregario de lujo para Monsalve que, con pedalada generosa ha terminado dando alcance a Rolland. Su trabajo en el Tour de Langkawi estaba ya hecho. Le tocaba entonces al venezolano rematar y no falló. Líder por unos minutos. Lo que un día no muy lejano quiere acabar siendo. Sueño de toda una vida que como un espejismo se torna real sobre las colinas verdosas malayas.
Va cumpliendo sueños Monsalve cada año que sopla velas. A pasos acelerados. El año pasado Gianni Savio lo llamó a filas para representar a Venezuela en el Mundial de Melbourne. Acabó 19º. "Fue el primer sueño que he logrado conseguir". Le seguiría pocos meses después otro, el del vuelo definitivo y sin billete de retorno a Europa otra vez de la mano de Savio, su descubridor y patrón. "Tuve ofertas del Movistar y el Saxo Bank pero me dijeron que para un corredor como yo, siendo tan joven, era mejor ir creciendo paso a paso. Quería estar en un equipo en el que no fuera un simple gregario". Quiere más, insaciable. Cabeza amueblada la suya, la de 'El Negro' como le llaman sus amigos venezolanos, por el oscuro color de su piel que cada día se despiertan ansiosos por encender el ordenador y ver el mensaje que diariamente les deja escrito en Facebook, promesa hecha antes de cerrar la maleta y venir a Malasia la de Yonathan Monsalve que les cuenta en pocas líneas cómo le ha ido la etapa. También le dedica caracteres interminables Monsalve a Brihana, su hija nacida hace un año y tres meses. Hoy les dirá que ha ganado, que ha estrenado su palmarés como profesional y que está a dos segundos del líder Libardo Niño con el que luchará en los sprints bonificados de las próximas etapas por ganar el Tour de Langkawi.
Dos segundos de diferencia
Tendrá que enfrentarse junto a su potente Androni, el equipo, junto al Farnese Vini italiano, más completo de la carrera malaya, a Libardo Niño por los dos segundos que les separan en la general y la centena de sprints bonificados en las cinco etapas llanas que le restan al Tour de Langkawi. Niño, el hombre que dice adiós al ciclismo. Recorre el colombiano el camino contrario a Monsalve, con billete de ida a Paipa, Colombia, de donde decidió escapar cuando apenas llegaba a la veintena de años. "Empecé a correr tarde, con 19 años, igual por eso tengo tanto fuel ahora. Aunque tenga 42 ahora, solo me siento mayor cuando miro el pasaporte", bromea. En parte su resistencia viene por la escuela donde le tocó aprender, pues pasó en 1994 por el Kelme de Belda y Álvaro Pino y corrió un Giro de Italia que no acabó. Regresó sin contrato a casa, sin pan que ofrecer a la familia y por eso se calzó otra vez las zapatillas. Ganó dos clásicos RCN y corrió los Juegos Panamericanos donde dio positivo por EPO y fue castigado con dos años de sanción. Ahora, a su regreso para decir adiós, prepara la despedida a lo grande: "Vengo para hacer la general, me quiero ir del ciclismo de primera plana ganando", decía después de sellar su firma en el control de la etapa que acabaría liderando.
Se saludaban antes de partir en la salida de la quinta etapa de Tapah Yonathan Monsalve y Libardo Niño. Juntos improvisadamente comentaban la etapa de ayer, se miraban disimuladamente mientras intercambiaban impresiones de la etapa anterior. Uno contra el otro acabarían luchando pero antes, antes del adiós, antes del viaje sin retorno, Niño aconsejaba a Monsalve en su camino de ida: "Eres joven y si estás tranquilo las cosas te van a ir bien. Tienes que hacer las cosas con calma y despacio porque así es como llegan las victorias". Escuchaba atento Yonathan Monsalve mientras evocaba en la mente las imágenes con las que cada día las sábanas mecen su ilustres y esculpido cuerpo de escalador puro. "El Zoncolan es el puerto que más me gusta y donde sueño con ganar". Este año podrá hacerlo, pues para Savio, si su progresión continúa imparable como ha vencido al sprint en lo alto de Genting Highlands, el venezolano es uno de los fijos en el nueve del Androni para el Giro de Italia. "El siguiente sueño es tratar de hacer una buena clasificación algún año". No se avecina lejano el día que suceda.
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