En Qatar las etapas no terminan al cruzar la línea de meta. Siguen hasta el hotel. Los ciclistas se paran, se cambian y respiran tras la jornada, todas son una sucesión por igual de viento, látigos y abanicos para desenlazar el triunfo en el sprint, y marchan camino del masaje, el premio después de la tortura que es pedalear por las rectas tras el coche. Hay días peores, cuando a los 'capos' se les antoja hacer series para afinar el tono. Los jefes que son todos los grandes clasicómanos han encontrado en el desierto qatarí un oasis de entrenamiento huyendo de la ola de frío que invade Europa y no desaprovechan un solo kilómetros, ni siquiera los que enlazan las metas con el hotel. De entre ellos sobresale, por mole, peso y fuerza bruta Fabian Cancellara y su potente RadioShack en el que Markel Irizar ya tiene su puesto ganado y garantizado para la cita con las piedras del mes de abril.
Por eso y por una gripe contraída días antes, el guipuzcoano cambió a última hora la Challenge de Mallorca por el Tour de Qatar. "Acerté", dice, al escuchar las noticias que vienen de las islas, del frío y la nieve de Oñati y mirar al mismo tiempo hacia arriba, al cielo despejado de Doha y sus espléndidos 24 grados. Aún así, los primeros días fueron un infierno ante el convalecimiento "pero ya moqueo y toso mucho menos. Es la primera vez que vengo a esta carrera y como entrenamiento es perfecta", señala. Por fin pedalear, solo eso. Los últimos dos meses han estado plagados de contratiempos para Markel. A comienzos de diciembre se produjo una fortísima caída que le dejó la cara hecha un cuadro. Golpes en la parte izquierda, en la nariz, un hematoma en el ojo. Desfigurado. Y cuando, a tiempo para el estreno como es habitual en sus ya ocho temporadas como profesional en la Challenge de Mallorca, se agarró una gripe bestial. "Espero que toda la mala suerte ya haya pasado".
Ahora todo tiene que venir de frente, rodado. Más vale que así sea, ante el duro mes de abril que le espera y el proceso hasta llegar a él. El RadioShack Nissan Trek ya le tiene como fijo para arropar a Fabian Cancellara en las clásicas de las piedras, especialmente el Tour de Flandes y la París-Roubaix. Hasta entonces, Markel Irizar no se separará de la locomotora suiza. "Voy a hacer su mismo calendario, tanto yo como todos los que estamos aquí en Qatar no nos vamos a separar hasta la París-Roubaix", explica. A saber, Tony Gallopin, Giacomo Nizzolo, Yaroslav Popovych, Joost Posthuma, Gregory Rast, Hayden Roulston y Robert Wagner. El propio Fabian Cancellara así lo ha decidido. "Él tiene una mentalidad muy italiana", prosigue Irizar. "Le gusta que estemos todos juntos, que tengamos un ambiente familiar".
Ya se ve en Qatar. "Todas las noches después de cenar nos tomamos un café todos juntos, hablamos..." Confianza que vale una Roubaix a golpe de series por el desierto. "No todos, pero sí muchos días volvemos al hotel haciendo series". Machaque al cuerpo por las anchas y eternas autopistas de Qatar. "Y el ritmo, según diga el capitán. Generalmente nos vamos relevando, no es mucho de machacarnos", cuenta sobre Cancellara. "Nos cuida mucho y siempre esta muy atento a que estemos a gusto y contentos. Tiene una gran mentalidad de equipo".