El ciclismo es un deporte para deportistas duros, para valientes que no tienen miedo a nada, que no temen a ninguna adversidad, que se ponen cada día su equipación, sus botas, su casco, sus guantes, sin perder ni un solo segundo, ni un solo minuto, en pensar sobre cómo, en qué estado, regresarán horas después a casa, al hotel. Se suben en la bicicleta, agarran con sus manos el manillar, apoyan en el sillín la parte que viene a continuación de la espalda, comienzan a dar pedales, sufren, se agotan, se divierten, y nunca, jamás de los jamases, meditan sobre lo que puede suceder, sobre lo que puede pasar. Da igual que haga sol, que llueva, que nieve. Da igual cómo sea la carretera. Da igual si el descenso es peligroso, con muchas curvas, terrorífico. Da igual si hay que atravesar un muro para continuar con el entrenamiento, para alcanzar la línea de meta. Es el ciclismo. Son ciclistas.
La lluvia, el asfalto mojado, la nula visiblidad, la que te imposibilita ver más allá de la siguiente curva, la que te impide ver qué hay delante del compañero que va al mando del pelotón, que conduce la 'serpiente multicolor', fueron alguno de los factores con los que hoy se encontraron los chicos que están corriendo la París-Niza de camino a Biot, donde acababa la séptima etapa, la penúltima de la ronda gala. Antes de que llegasen allí, de cruzar la pancarta final e irse directos al autobús del equipo, en busca de unos minutos de paz, a reflexionar sobre lo sucedido, a maldecir el momento en el que decidieron dedicarse al aparato de los pedales, tuvieron que enfrentarse a 215,5 kilómetros, a dos puertos de primera, a dos de segunda, a uno de tercera, a un final rompepiernas.
Un final, precisamente, que aprovechó Rémy Di Gregorio, un joven de Marsella que este año cambió Francia por Kazajistán, de la Française des Jeux, su equipo de toda la vida, al Astana de Alexander Vinokourov, de Roman Kreuziger. Un francés delgado y alto que nació diez días después de que Bernard Hinault firmara su último Tour de Francia. Una promesa más del país vecino. Una de esas que nunca acaban de explotar, que esconden muchas dosis de calidad pero que apenas, por unas u otras razones, consiguen resultados acordes con su nivel. Hoy dio una exhibición. Demarró a 13 kilómetros de meta, cuando el peloton daba alcance a Karster Kroon, cuando el terreno picaba para arriba. Un repecho mortal con tantos kilómetros en las piernas, las que ya temblaban, las que dudaban si abandonar su trabajo. Atacó y nadie le respondió. Se fue a la aventura. Su ventaja nunca superó los 20 segundos de diferencia con un pelotón que Movistar, con un Pablo Lastras expléndido, dañó, que Xavi Tondo destrozó con un cambio de ritmo que seleccionó la carrera.
No sirvió, sin embargo, para acabar con Di Gregorio, al que un amago de caída le metió un susto que sólo la victoria le hizo olvidar. Levantó los brazos. Ganó. Y por detrás, Samuel Sánchez encabezó una expedición en la que solamente le aguantó uno que vive en Pamplona pero que nació en Colombia. Rigoberto Urán, antes del Caisse d'Epargne, ahora del Sky, cruzó en tercera posición, con dos segundos de ventaja sobre Andreas Klöden, cuarto, Tony Martin, quinto, y el sorprendente Rein Taaramäe, sexto. Xavi Tondo, que quiso responder al trabajo increíble de su equipo, entró en el noveno puesto, marcando tiempo desde el suelo. El catalán, que miró atrás, buscando no se sabe el qué, se cayó después de 215,5 km sobre la bicicleta.
Susto para Tondo. También para Robert Kiserlovski, que mientras Di Gregorio jugaba con la suerte, por casi se cae, acabó bajo un camioncito aparcado en un pueblo cercano al final de la etapa. Un descenso repleto de curvas, con agua por todas partes, que hizo gritar a Heinrich Haussler, uno de los muchos caídos durante el día. Un día de sustos. Un día más para Tony Martin, que mañana continuará vestido de amarillo. Un día del que salió victorioso Rémy Di Gregorio.
París-Niza. 7ª etapa: Día de sustos. Día de Di Gregorio
La lluvia endureció una etapa que decidió el francés de Astana con un demarraje a 13 kilómetros de meta. Tondo cayó en la línea de meta. Tony Martin sigue líder