La clasificación general, tras la etapa de Andorra y las de Alto Campoo y Sotres, ha reducido las incógnitas a la mínima expresión, aunque la última jornada asturiana aún puede ser más clarificadora, sobre todo de los que pueden quedar definitivamente fuera de las posiciones del podio.
Con 185 kilómetros de longitud (distancia tirando a alta para la era contemporánea de la Vuelta) más de 5.000 metros de desnivel positivo acumulado, siete puertos puntuables y la terrible Cobertoria de antesala a la desconocida Ermita de Alba donde está situada la meta, argumentos no le faltan a esta etapa para hacernos mantener la expectación hasta el último momento.
La clasificación general, tras la etapa de Andorra y las de Alto Campoo y Sotres, ha reducido las incógnitas a la mínima expresión, aunque la última jornada asturiana aún puede ser más clarificadora, sobre todo de los que pueden quedar definitivamente fuera de las posiciones del podio.
Con 185 kilómetros de longitud (distancia tirando a alta para la era contemporánea de la Vuelta) más de 5.000 metros de desnivel positivo acumulado, siete puertos puntuables y la terrible Cobertoria de antesala a la desconocida Ermita de Alba donde está situada la meta, argumentos no le faltan a esta etapa para hacernos mantener la expectación hasta el último momento.