El conservadurismo se adueña del Tour

Los ciclistas reconocen miedo a atacar y gastar fuerzas mientras los aficionados reclaman más espectáculo. Este fin de semana la carrera llega a los Pirineos con dos etapas sin finales en alto pero con terreno para los ataques lejanos.

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El conservadurismo se adueña del Tour. Foto: Bettini Photo
El conservadurismo se adueña del Tour. Foto: Bettini Photo

En un año tan extraño y convulso, el Tour de Francia está resultando igualmente extraño y desconcertante. Al menos para los aficionados que siguen esperando la batalla y el espectáculo que se presupone en la mejor carrera del mundo y observan decepcionados como pasan las etapas -con trazados propicios para el ataque- y los favoritos no se mueven. El miedo a gastar fuerzas se ha apoderado del pelotón. 

No se recuerda un Tour en el que dos de las seis primeras etapas finalizaran en alto, con puertos exigentes como Orcières-Merlette (7,1 km al 6,7%; final de la 4ª etapa), y sobre todo el Col de la Lusette, de 11,7 km al 7,3%, que se subía ayer como preámbulo del más tendido Mont Aigoual (8,3 km al 4%). Terreno para que algún favorito intentara probar a sus rivales y marcar las primeras diferencias. 

La realidad es que tras estas seis primeras etapas, con dos finales en alto, 22 ciclistas -con todos los favoritos al podio- se encuentran situados en la general en un pañuelo de 41". Así que más que diferencias estos dos primeros contactos con la montaña nos han dejado sensaciones. Unas sensaciones que apuntan a que el Jumbo-Visma es el equipo más fuerte del Tour y que Primoz Roglic parece ser el hombre a batir. Tom Dumoulin apunta a segundo espada solvente -debería ir a más según avance la carrera- y Wout Van Aert y Sep Kuss mostraron en Orcières-Merlette su poderío como gregarios de lujo en la montaña.  

Por el contrario, el Ineos Grenadiers deja muchas dudas, con un Egan Bernal que aguanta pero no parece estar en su mejor momento y unos gregarios que muestran debilidades. El día de Orcières-Merlette el único Ineos que llegó entre la veintena de ciclistas destacados fue el propio Bernal (ni Carapaz, ni Kwiatkowski, ni Sivakov...). Por su parte, el resto de favoritos (Pinot, Pogacar, Adam Yates, Alaphilippe, Quintana, Supermán López, Mikel Landa...) permanecen al acecho, esperando mejor ocasión para lanzar sus ataques. 

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Mitchelton-Scott controlando la cabeza del pelotón durante la 6ª etapa. Foto: A.S.O./Pauline Ballet

Todos parecen estar reservando fuerzas para la última semana, en la que se concentran varias de las más duras jornadas de montaña además de la decisiva contrarreloj con final en La Planche des Belles Filles. Eso y el miedo que impone un potente Jumbo-Visma, que parece capaz de controlar la carrera cuando es necesario, hacen que nadie se mueva de momento.  

"Hay miedo a precipitarse y pegarte un calentón que no solo no te haga ganar tiempo, sino que lo puedas perder", reconocía Mikel Landa tras la etapa de ayer. "Nadie se atreve a atacar. Todos tienen miedo. Es un poco decepcionante', decía Julien Jurdie, director del Ag2r en la cima del Monte Aigoual. 

El líder Adam Yates también reconocía que su prioridad en la etapa de ayer era ahorrar fuerzas: "Había una subida muy dura pero era difícil intentar una gran ofensiva porque el último puerto no era lo suficientemente duro. Atacar hubiera sido un gran esfuerzo para poco resultado, he preferido ahorrar fuerzas para los próximos días", explicó. En este mismo sentido Alejandro Valverde declaró que "queda mucho Tour y el final será muy exigente, por lo que los equipos van pensando que cuanto menos se gaste en estos primeros días mucho mejor".

 

Llegan los Pirineos

Y en esta situación de calma tensa, y con la general en un pañuelo entre  una veintena de favoritos, llegan este fin de semana las dos etapas pirenáicas, que este año tendrán la meta alejadas de las cumbres pero que presentan subidas de mucha entidad: la 8ª etapa, el sábado, el Col de Menté (1ª; 6,9 km al 8,1%), Port de Balès (HC; 11,7 km al 7,7%), y Peyresorude (1ª; 9,7 km al 7,8%), que se corona a solo 12 km del final; y la 9ª, el domingo, con las ascensiones a otros dos colosos: el Col de la Hourcère (1ª; 11,1 km al 8,8%) y Marie-Blanque (1ª; 7,7 km al 8,6%), desde cuya cima solo restarán 18 kilómetros a meta. 

Unos trazados sin finales en alto que, sin embargo, pueden dar lugar a ataques más lejanos y estrategias más agresivas, como apuntaba ayer Mikel Landa: "Estas etapas pueden ser algo diferentes, puede haber más movimientos, más estrategias, habrá fugas... Pueden ser bonitas", dice el alavés del Bahrain McLaren. 

Los aficionados esperan que el conservadurismo que han mostrado los ciclistas hasta ahora se transforme en batalla y espectáculo desde este fin de semana, en su paso por los Pirineos. 

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Etapa 8
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Etapa 9

 

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