El segundo puesto de ayer en Luintra animó a Luisle. “Tengo las piernas bien”, ratificaba. “Y la cabeza también”. Eso es lo más importante. Luis León es un talento natural en las piernas. Y un físico espectacular. La debilidad está en la mente. En creer en sí mismo. En Luintra, Luisle creyó. Y creyó tanto que hasta pensó que había ganado. Solo cuando vio que el segundero ya estaba en marcha dedujo que algún corredor había pasado la línea de meta ,”y de milagro no he levantado los brazos”. Pero con ese subidón se fue a por la etapa que acababa en Sanabria.
Por la mañana, a Luisle le contaron que la llegada era la misma donde hace unos años ganó Michael Matthews y eso le animó todavía más. Aquella Vuelta Luisle la corrió con el Caja Rural. Se acordaba de ese final. Pero no. No era en el lago que vio ganar al australiano del Orica pero la llegada era perfecta para él si no en la puebla. A 30 kilómetros saltó junto a su compañero Cataldo, Luis Mate y Gianluca Brambilla Mal cliente el italiano.
Pero Luisle es un portento. Natural. Cambió el ritmo y solo se marchó en busca de su etapa. Ya ha cazado cuatro en el Tour de Francia pero ninguna en la Vuelta. En su camino arrastró a Simon Clarke. La diferencia era abismal solo con mirarlos. Uno acoplado, todo fuerza, todo músculo mientras el del Cannondale tenía que hacer esfuerzos por seguirle. Pedaladas desordenadas. No le dio ni un solo relevo y al final fueron cazados, justo antes de la caída de Contador, con el consiguiente cabreo de Luisle, que agarró una bandera verde de un espectador y la lanzó al aire para descargar la rabia.
“Cuando tira uno solo y detrás el grupo como venía es difícil llegar. Es cierto que es un corredor más escalador que yo y es comprensible pero no sé… cuando se da todo y no se consigue, no hay que reprocharse nada. Llevo dos días rozando, tendré que seguir intentándolo”.
