Los azules ojos de Alex Aranburu supieron controlar el llanto en la línea de meta de Igualada. Pero le costó al guipuzcoano. Es la imagen desoladora de la octava etapa de la Vuelta, cuando su compañero de equipo y de fuga Jonathan Lastra cruzó la meta y se dirigió directamente a consolarle casi sin bajarse de la bicicleta.
Ambos formaron parte de la escapada numerosa de la jornada que culminó Nikias Arndt y dejó a Aranburu lleno de pena y tristeza. “Era una lotería porque el final ha sido un caos con los ataques y la lluvia y no me ha salido".
Lamento. “Me ha costado coger la fuga pero al final lo he logrado". Así rodó hasta el descenso de Montserrat, cuando Guerreiro, Tusveld y Barceló cogieron unos segundos de ventaja. “He intentado cogerles y lo he logrado pero luego nos han cazado a todos y ya era jugársela al sprint pero íbamos muchos".
En esa llegada masiva, Aranburu se lanzó pero “pensaba que la última curva era más cerrada, he entrado el primero". Así enfiló la recta de meta pero Arndt le terminó por superar. “Me he visto ganador", confesaba, “pero me ha pasado, iba más rápido que yo y no he podido hacer nada".
A pesar de la tristeza, Aranburu aseguró que “seguiremos intentándolo porque no me puedo reprochar nada. Para ganar también hace falta un punto de suerte, pero no hemos podido rematar. Quedan dos semanas, yo me quedo con las buenas sensaciones de hoy para intentarlo otro día".