“Cortina….¡¡sonríeeeeee!!". El que lo grita al pasar a su lado en dirección contraria en busca del autobús en Almadén es Enric Mas. Iván García Cortina lo ve al pasar mientras parado sobre el asfalto atiende tan amable como acostumbra no puede evitar sonreír aún más de lo que acostumbra también. “Es que me dice eso porque es que iba toda la etapa con una cara….de ¡mecagüen…me bajo y todo!".
Él es así, joven y espontáneo. No tiene filtros ni maldad. Le cuenta como le sale, como lo ha vivido. Cortina es de Gijón. Asturias. El paraíso natural, los Picos de Europa y la playa de San Lorenzo. El clima suave y apacible en verano de acabar las tardes con una rebeca y empezar muchos días los entrenamientos de largo o con manguitos.
Todo lo contrario que en Almadén y que en todo este caluroso y asfixiante inicio de Vuelta que a él lo tiene amodorrado. Así empieza todas las etapas. “Con el calor y la fatiga que llevamos encima estás como dormido. Sufro mucho estos calores. Etapas tan largas como ésta y toda la primera semana que llevamos no son nada fáciles para mi. Están plagadas de repechos y se nota en el cuerpo". Por eso Enric Mas le pidió que sonriese. Al menos para la foto.
Click. Esa la buscó minutos antes Cortina. Pero la buena, la de verdad. La de los brazos al cielo en señal de victoria. Del atolondramiento escapó tomando un gel de cafeína. A falta de 50 kilómetros lo engulló. Lo hace a diario. “Siempre lo tomo en ese momento porque si no, voy para abajo. Te despierta un poco. Tampoco es que sea la leche pero algo de efecto ya hace". En Almadén le sirvió.
En la meta, Cortina quiso jugar a ser Valverde. Motivos para seguir su estela tiene. “Me dijeron que el Bala era así también. Que va todo el día diciendo ‘que no voy, que no voy’ ¡y luego mira cómo anda!". Dice que tiene “esa sensación de ir todo el día jodido pero que al final recuperas".
Despertó. En el último kilómetro se lanzó a reventar el sprint y buscar el triunfo de etapa. “No estaba planeado. Cogí la rueda de Majka y al final me dije que no tenía nada que perder. Estaba bien colocado y probé. Cuando miré hacia atrás vi que Sagan no estaba a rueda, tenía unos metros perdidos conmigo y dije, ¡ostia!", otra vez la falta de filtros. “Apreté a tope".
No le temblaron las piernas al enseñarle el dorsal a Peter Sagan. “Más que temblar, no piensas en nada. Solo en ganar y punto. Sea Sagan o sea quien sea. Pero cuando lo ves que va con unos metros perdidos respecto a ti te dices a ti mismo que igual estás mejor de lo que creías".
Acabaron atrapándole y Valverde, el mismo que empieza las etapas como él, ganando. El punto de partida, para emular al murciano lo tiene. “Seguro que no pero…¡Ojalá sea como él!", desea. Su cuerpo, poco a poco se está haciendo más ciclista. Cortina está corriendo su segunda Vuelta. El año pasado sobrevivió a un inicio plagado de sufrimiento y en la etapa de Gijón, la de casa estuvo también disputándola hasta el final.
“El año pasado iba muerto y esta primera semana por lo menos estoy asomando un poco el morro". En San Javier fue sexto y en Almadén, noveno. “Este año voy con la tranquilidad de saber cómo es esto. No voy todos los días con el miedo de que igual no acabo la etapa….¡que también!", bromea, “pero tengo esa confianza de verme un poco ahí".
Por ello agradece “al equipo Bahrein-Merida que me están dejando probar en todos los sprints. Se están portando genial conmigo. Estoy encantado". Cuenta que en el seno del equipo se respira “mucha tranquilidad. Nibali está ayudando mogollón a Ion Izagirre y Gorka hoy me ha dicho que prefería que esprintase yo". Ahora solo falta cuadrar la mejor sonrisa que le pedía Enric Más bajo un arco de meta.