Con el comienzo del tercer milenio ha cambiado mucho el panorama de las vías de comunicación actuales y palabras como sostenibilidad, ecología o medio ambiente están presentes cada vez que nos referimos al desplazamiento de personas tanto dentro como fuera de las grandes ciudades. El transporte colectivo evoluciona, las infraestructuras se actualizan, el crecimiento de una conciencia medioambiental está implícito en el ADN de las nuevas generaciones… pero hay ocasiones en las que nos vemos obligados a realizar desplazamientos personales y nos enfrentamos a la necesidad de tener que utilizar un vehículo propio.
Un automóvil = una responsabilidad
En el caso de los aficionados al ciclismo tenemos muy fácil adaptar cualquier tipo de itinerario a la utilización de la bicicleta, siempre que las características del trayecto lo permitan; aun así nos veremos forzados en muchas ocasiones a utilizar el automóvil para movernos.
De ser un bien que, en algún momento de la historia más reciente, ha podido representar un cierto grado de ostentación, hoy en día los coches generan una delicada ecuación con doble resultado, hacia el que apuntan los estudios más críticos: si lo utilizas contaminas.
Esta sentencia, deliberadamente esquemática, no se aleja mucho de las proclamas difundidas por los sectores más críticos con el uso del automóvil, pero carece de verosimilitud frente a la realidad del mundo actual, en el que la comunicación física entre las personas es un reto vencido por la evolución de una sociedad que se ha adaptado a nuestra libre circulación en todos los espacios que la componen.
De pasar a ser una especie de objeto de lujo y adoración a entenderlo como un bien necesario y racional para desplazarse, la transformación filosófica del automóvil ha surtido efecto en la conciencia de la mayoría, asumiendo la responsabilidad que conlleva poseer un automóvil. Y no solo nos referimos al hecho de recorrer kilómetros con él, sino a la manera de conducirlo, a la elección del itinerario para conseguir la mayor eficiencia del desplazamiento y, posiblemente lo más importante: qué tipo de automóvil he de adquirir para que su utilización cause el menor impacto ambiental.
En el plano físico
Vivimos un momento en que la salud, a través del deporte, ha pasado a formar parte de los mandamientos esenciales de cualquier sociedad, y cualquier actividad que realicemos incidirá en la obtención de los resultados pretendidos. Ya hemos expuesto las razones sociales y filosóficas que marcan ese camino, pero no podemos ignorar que el mayor indicador de nuestra evolución es la tecnología. La electrónica, la mecánica y la inteligencia artificial (programática) han crecido incluso por encima de lo que los usuarios somos capaces de asimilar, por lo que es muy importante disponer de buenas dosis de información para realizar una adquisición inteligente y adaptada a nuestras necesidades cuando necesitamos comprar algo tan elemental como un automóvil.
Octanos, voltios y carreteras
Es cierto: muy pocos somos capaces de distinguir entre las diferentes tecnologías que se están utilizando en la fabricación de los automóviles actuales, donde la mayoría de los fabricantes están haciendo un gran esfuerzo para reducir su impacto ambiental al máximo.
El paradigma del coche eléctrico -al cien por cien- suena cautivador pero, al analizar su adaptación al uso real actual (no sabemos cómo se presentará el futuro) nos encontramos con que faltan infraestructuras (puntos de carga), la autonomía en los modelos asequibles es efímera y, lo más importante, los modelos mejor adaptados para un uso cotidiano, tienen un precio demasiado elevado como para llegar a considerarlos una alternativa racional popular.
Los motores de explosión (térmicos) han conseguido limpiar mucho las emisiones, rebajando el coeficiente de contaminación en muchos enteros en tan sólo una década, pero continúan teniendo el grave problema de la fase “arrancar-parar" tan habitual en las grandes ciudades: en esos momentos puntuales los residuos contaminantes y el consumo se disparan muy cerca de las cifras indeseables.
El punto medio: los híbridos eléctricos
Mucho más allá de ser un argumento comercial, el disponer de todas las ventajas de un automóvil eléctrico y de la versatilidad de otro de combustible líquido en un mismo vehículo, es una de las posibilidades que pueden hacernos decidir cuál será nuestro próximo automóvil.
En este aspecto Toyota, uno de los pioneros en la tecnología híbrida eléctrica, fabrica una gama completa de vehículos donde podremos descubrir el modelo que mejor se adapte a nuestras necesidades, disponiendo de un precio final proporcional a la tecnología que vamos a adquirir.
Tras muchos años siendo líderes mundiales en el desarrollo y venta de automóviles híbridos eléctricos, hoy en día Toyota nos permite adquirir desde el utilitario más básico, a precios muy populares, hasta berlinas, SUV o monovolúmenes donde poder desplazarnos con familia o amigos y nuestro material deportivo preferido: mochilas, equipos de buceo, bicicletas… con la conciencia tranquila por tener la certeza de estar causando el menor impacto ambiental posible. Ahora la decisión es tuya.
¿Conoces ya las peculiaridades de un coche híbrido eléctrico?