Los primeros números de Ciclismo a Fondo, allá por el año 1985, ya gozaban de las imágenes del fotógrafo británico Graham Watson, quien ya se dedicaba al mundo de la fotografía del ciclismo de competición desde que capturó, con su Pentax Spotmatic, la imagen de Merckx entrando en los Campos Elíseos en 1977. Desde aquel momento hasta que Richie Porte ganó el Down Under el pasado mes de enero, último disparo profesional de Graham, han pasado 45 primaveras haciendo fotos, lo que más le gustaba, y más de 38 dedicándose en exclusiva a perseguir los mejores momentos del ciclismo contemporáneo.
Su imagen de mito en las grandes carreras era una realidad: no en balde la organización de Giro, Tour y Vuelta confiaban en él para hacer "pool" cuando estaba vetado el acceso al resto de fotógrafos del pelotón.
El comienzo de su amor por el ciclismo es realmente rocambolesco: Graham viajó durante muchos años siguiendo las etapas del Tour de Francia en bicicleta, cargado con todo su equipo de fotografía, utilizando el ferrocarril para los desplazamientos más largos y llegando a los puertos más importantes y a las líneas de meta dando pedales.
Durante la década de los 90, en el momento de su máxima profesionalización (y lejos aún de la era de la fotografía digital), viajaba con un coche de apoyo en el que transportaba un laboratorio de revelado portátil, dedicando las noches al positivado de la infinidad de carretes que disparaba en cada jornada de carreras. En varias ocasiones, al terminar el podio del Tour de Francia o el Giro de Italia, Graham revelaba, de manera urgente, las fotos que utilizaríamos para el cierre de edición y la portada, buscaba algún corredor o personal de equipo que viajase hasta Madrid en avión y nos hacía llegar las fotos a la redacción a las pocas horas de finalizar las carreras.
El mundo del ciclismo no se va a quedar huérfano de fotógrafos, cada vez hay más y la era digital facilita el acceso al profesionalismo de muchas personas nuevas, pero echaremos de menos sus personales encuadres y esa manera que tenía de ver -y de vivir- el ciclismo.
Ismael Borges, motorista
He sido el conductor de Graham Watson durante más de 25 años, y he podido vivir en primera persona los momentos más emocionantes de Giro, Tour, Vuelta a España, Vuelta a Suiza… de las más grandes carreras a su lado. Sólo me ha quedado llevarle de paquete en el Tour de Flandes, pero siempre coincidía con la Vuelta al País Vasco con la que tenía compromisos personales.
Sería difícil reseñar cuál ha sido el mejor momento trabajando con él, ha habido demasiados, porque los dos coincidimos en la época prodigiosa en la que Fignon, Hinault, Perico, Indurain, Chiappucci, Pantani, Rominger, Jalabert, Lejarreta… cosechaban sus mayores éxitos. Pero si tuviera que elegir me quedaría con el Giro y el Tour del 93, con un Indurain pletórico e infalible. Recuerdo con entusiasmo la primera vez que conduje la moto por las rampas de la Marmolada y, curva tras curva, me quedaba sorprendido por los paisajes de los Dolomitas y la emoción de la propia carrera discurriendo por esos parajes.
Su mayor virtud se resume en un "dónde pongo el ojo, pongo la bala". Pocos fotógrafos son capaces de prever con tanta precisión dónde se va a producir el momento clave de una carrera: Graham se adelantaba a los acontecimientos con una especie de sexto sentido que le permitía fotografiar los mejores encuadres.
Pero también ha tenido su parte menos plausible: un humor británico, a veces difícil de entender, y una personalidad muy reservada, le mantenían un poco al margen de lo que estaba sucediendo en cada carrera y que no tuviera mucho que ver con el momento en el que los ciclistas dan pedales.
De cualquier manera siempre le estaré agradecido por haber confiado en mí para recorrer esos miles de kilómetros que han ocupado una parte muy importante de mi vida laboral, ahora a punto de finalizar también.
Nota de la redacción: Ismael Borges ha estado más de 30 años prestando servicios de motorista al colectivo ciclista, junto con al de muchos otros deportes de acción que requieren de servicios similares. Ha trabajado durante más de una década para Ciclismo a Fondo y, desgraciadamente, ha llegado a poner en peligro su propia vida, sufriendo más de un accidente del que milagrosamente se ha recuperado, regresando a esta familia para seguir prestando sus inestimables colaboraciones, mostrando en todo momento una profesionalidad fuera de toda duda.