Óscar Cabedo: en nombre de Víctor

El Blog de Rafa Simón

Rafa Simón

Óscar Cabedo: en nombre de Víctor
Óscar Cabedo: en nombre de Víctor

No hay mayor confianza que la que se tiene con un hermano. Hay sangre de por medio. La unión más íntima. Por eso, los gritos de Jose son viscerales. Parecen salir de lo más hondo. Como si fuera un aficionado a pie de cuneta. Como si se le hubiese olvidado, por un momento, que es un Director deportivo. Hay sangre de por medio.

Unos metros por delante, Óscar pedalea al límite de sus fuerzas. Hoy en día, los ciclistas profesionales resumen los puertos por minutos. Cerler tiene 30. Media hora en la que Movistar castiga la hilera de corredores que se deshilachan por detrás. Hasta minar sus fuerzas. Primero fue Héctor Carretero. Luego Marc Soler. Hasta romper el grupo. Ahora es Sergio Pardilla el que le obliga a abrirse el maillot. “¡Tienes que aguantar, tienes que hacerlo!”, reitera Jose.

Óscar intuye los últimos kilómetros. Apenas a quince segundos de distancia se vive una película. Los favoritos se juegan una General. Casi podrían sentir los zarpazos de Rein Taaramae a Jaime Rosón. Las arrancadas de los Murias. Jose vocifera ánimos por el “pinganillo”. “¡Tienes que hacerlo!”, repite una y otra vez.

Óscar lo hará. Por Víctor. Su otro hermano. De los cuatro, era el ciclista de la familia. Siempre tan metódico. Óscar, cuando volvía del instituto, lo encontraba, tras cada entrenamiento, repasando sus gráficas de esfuerzo. Se preguntaba que qué narices hacía. Víctor le explicaba que todos los detalles contaban.

Por aquel entonces, a Óscar le daban igual esas cosas. Aunque le encantaba ver a su hermano en la televisión, cuando corría. Decían que era muy bueno. Samuel Sánchez, su compañero en Euskaltel por aquella época, siempre les decía que nunca había visto a un chico tan joven ser tan meticuloso. Tan profesional.

Pero a Óscar le sonaba un poco a chino todo aquello. Se enorgullecía, pero ni siquiera andaba en bici. Bueno, algo sí. Sus padres iban a abrir una tienda en Onda, la localidad valenciana donde vive la familia Cabedo. Cuando llegó el material, se encariñó con una Orbea azul de montaña que acababa de llegar. Pidió a sus padres quedarse con ella. Para dar paseos. A veces, incluso acompañado por Víctor, cuando le tocaba “soltar piernas”.

Pero, en aquel verano de 2012, en septiembre, la vida giró bruscamente para la familia. Víctor perdió la vida en un entrenamiento. Tres días antes de inaugurar la tienda. Óscar sintió como le golpeaban en lo más hondo del vientre. A cambio, juró honrar la memoria de su hermano. Andar en bici por él. Para que, cada vez que le viesen por ahí, con un dorsal, se acordaran de Víctor.

Pasaron dos años y Santi Barranco, Director del Seguros Bilbao (donde Víctor había competido en aficionados), que guardaba buena relación la familia, llamó por teléfono a Óscar. Este le contó que, poco a poco, se había ido animando a coger la bici con regularidad, aunque nunca de manera seria. Santi le invitó a entrenar con su equipo, en pretemporada, en una concentración. Para que probara. Óscar se presentó con un maillot de Euskaltel, el de su hermano. Se enganchó a un deporte que nunca le había gustado, pero que se le daba bien. Santi le ofreció un hueco.

Aún quedaba un paso, hablarlo con sus padres. Tanto Jose Vicente como Ana, le preguntaron la razón. “Quiero llevar el nombre Víctor conmigo”, acertó a balbucear, emocionado.

Cuatro años después, tras competir en el equipo vasco y en Escribano, conseguiría dar el paso a profesionales con el Burgos BH. No fue fácil. Sus compañeros le avisaron: “´Oscarín´, no prepares a fondo la Challenge de Mallorca, que no es buen lugar para debutar”, le recordaban.

Pero él se obcecó en hacerlo bien el primer día. Tan sólo llevaba diez kilómetros como profesional cuando se vio inmerso en una caída. Se le vino encima el frio, la lluvia, los terribles cambios de ritmo que le obligaban a ir al borde de la cuneta. El costalazo dolió horrores, pero la frustración de haber preparado un debut a consciencia para nada zumbó su moral. ¿Qué sentido tenía todo aquello? Bien lo sabía. No estaba allí por él.

Meses después, consiguió ser él quien, de una vez por todas, dejara atrás al pelotón. Supo filtrarse en una fuga, en la Vuelta a Asturias, camino de Oviedo. Allí, donde, años atrás, su hermano Víctor les obligó a interrumpir una comida familiar cuando se enteraron de que iba escapado. Se abalanzaron sobre un portátil para seguir la estala de un chaval que, con apenas 21 años, ataviado con una indumentaria de equipo continental, había dejado de rueda a corredores del World Tour para llegar triunfador a esa misma ciudad.

En ese momento, una cámara de televisión alumbró a Óscar. Samuel Sánchez, que acompañaba al locutor de la etapa, se dio cuenta de que era el hermano de Víctor y, en unos segundos, resumió su historia.

Óscar, como si se hubiera percatado de ello, sonrió bajo la lluvia. Igual que Víctor el día de su victoria. Porque había dado sentido a su cruzada. A ser profesional para que el nombre de Víctor se recordara.

“¡Tienes que aguantar!”, vocifera de nuevo Jose. El grito le azuza, obligándole a retornar al sufrimiento, al ritmo exigente de la carrera. Pero no se despega del recuerdo de su hermano. Sus padres nunca le dijeron que se pareciera a él. Víctor era más alto, con más velocidad al sprint. Óscar, con tan sólo 53 kilos, tan sólo sabe que se le da bien subir. Nada más. Víctor era más tímido. Él mucho más abierto. Pero quizás aprendió a ser metódico. Igual que su hermano. Como cuando le veía pasarse horas delante de unos gráficos de entrenamientos después de haberse dado una paliza de kilómetros por la mañana.

Podría haber aprendido tanto de él. Eso ya no importa. Ahora está aquí para honrar su nombre. Su recuerdo. Quizás así no sea tan duro golpear los pedales tras la estela de Pardilla. En busca de los jadeos de Taramae o de Rosón.

“¡Ataca ahora, por Víctor!”, vocifera José. Consignas entre hermanos. Hoy son tres. Jose al volante. Él sobre los pedales. Y Víctor. Alianza de sangre. Óscar se eleva sobre el manillar. Apretando los dientes. No alcanzará la estela de los primeros. Pero ha dado un paso más en su carrera. En su cruzada. En nombre de Víctor.

 

Rafa Simón

@rafatxus