Torrelavega 18 marzo, el arco iris ondea a los cuatro vientos. 820 participantes vestidos de corto y otros muchos como espectadores y staff técnico formamos la familia del primer Desafio Óscar Freire, celebrado en la localidad natal de un buen tío. Digo un buen tío porque así lo creo y porque así me lo ha demostrado durante nuestra carrera deportivo y bastante después. Óscar se merecía este momento en su casa. Un formato bonito, 120 kilómetros de preciosa ruta y 36 de MTB. Un formato donde la transición tenía su aquel.
La prueba sale rápida, como no podía ser de otra manera. Zona repechara camino San Vicente de la Barquera, dónde para este punto la prueba ya iba bastante seccionada. Eso nos ayudó muchísimo de cara a ir más relajados en lo que a tensión refiere. Junto con Óscar y el resto del pelotón estuvimos Horrillo, Pereiro, A. Gutierrez, Cobo, De la Fuente, Barredo, Garate… muchos de los que fuimos sus compañeros, unos más directos que otros, pero compañeros y amigos en la esencia.
Garate y yo desde san Vicente, donde fuimos absorbidos por el "grupo Giant", buscamos un ritmo comido, de disfrute, alegre. No todos participábamos en el reto (combinar la carretera y la bici de montaña): pero 280 estaban inscritos para hacerlo. Nosotros a lo nuestro: comprobar lo maravillosa que es Cantabria y que, entre repecho y repecho, los recuerdos afloraban vivencias. Cabezon, San Vicente, Ubiarco, Comillas…, cuántas historias hemos vivido por esas carreteras.
Alguno se lo tomó muy, pero que muy, a pecho, aún recuero la sonrisa de Elorriaga y Santurde, segundo y primero en el computo total, a nuestro encuentro. Ellos sí que fueron a tope.
Una verdadera fiesta donde, lógicamente, no sólo felicitar a Óscar si no a todo su grupo de trabajo. Voluntarios, técnicos, auxiliares, colaboradores, mucha gente en la labor de una primera edición.
Por cierto, esta vez el Sr. Revilla no se vistió de corto como en los Machucos, con estar el la línea de salida fue suficiente. 2018 más y mejor.