Inicialmente hemos de reflexionar acerca de lo que supone el hilo que cae desde la rótula sobre el eje del pedal. Se supone que es una representación del vector de la fuerza gravitatoria, ¿pero a qué fuerza exactamente hace referencia? Según el discurso que nos enseñaron, la fuerza del tendón rotuliano era trasmitida por algún extraño proceso desconocido para la física hasta el eje del pedal. En fin, todo un poco difícil de entender si eres mínimamente analítico.
¿CAUSAL O CASUAL?
La realidad es que no hay relación ninguna porque la referencia visual, lejos de ser causal, es meramente casual. La rodilla genera, a través de la patela, un momento de fuerza que obviamente se magnifica cuando la biela está a 90 grados, pero no tiene incidencia alguna desde el punto de vista gravitacional. El mejor ejemplo lo tenemos en el triatlón de larga distancia -donde la teoría de la plomada en su versión revisada recomienda que en este caso la plomada caiga 2 cm por delante del eje-, desmontando todo el discurso anterior.
Asimismo, en mountain bike también se observa que de forma intuitiva, según las condiciones del terreno, los bikers expertos buscan posiciones tanto adelantadas como retrasadas respecto a esta referencia. Por lo tanto, pese a que desde el punto de vista aproximativo podemos concederle cierta relevancia, lo cierto es que este método tiene el mismo valor que calcular la altura multiplicando la entrepierna x 0,885: escaso.
Si en este punto alguien no tiene claro la inconsistencia del método, puede preguntarse qué sucede con la patela, la plomada y el pedal cuando se va de pie sobre la bicicleta. Les evito la reflexión: no hay ninguna conexión entre los dos puntos pretendidamente relacionados.
Bajo esta situación, y basándonos en observaciones del gran Keith Bontrager, podemos concluir que todo lo que no sea establecer una relación del centro gravitacional sobre el punto móvil propulsor, en este caso los pedales, es absolutamente inútil. Sólo la masa global del cuerpo, su reposo sobre sillín y manillar, son los puntos de sujeción de la masa que nos propulsa realmente. Y la ubicación del sillín horizontalmente y el vector diagonal al manillar son los dos puntos de sujeción que restan masa impulsora a los pedales. Es necesario pues minimizar en ellos la fuerza gravitacional para poder lanzar más kilogramos a los pedales. Todo lo demás no se comprende dentro del mundo de la física.
Desafortunados los ciclistas a los que toca irse a la punta del sillín, o hacia la parte trasera, o se ven en la necesidad de hacer oscilar la cadera para propulsar la bicicleta. Su balanza no está equilibrada y el cuerpo debe desplazarse para encontrar ese punto. Independientemente de lo que digan las medidas de la bicicleta.
Invitamos a aquellos que utilicen este método a que reflexionen sobre las cuestiones mencionadas.