Nuestro destino vacacional nos llegó a los Alpes franceses a finales de junio. El objetivo: subir una buena colección de los puertos que ha hecho célebre el Tour de Francia. Fuimos en coche desde Madrid con parada a dormir en Barcelona y llegamos a Briançon, primera parada de nuestro viaje, a tiempo para aprovechar el último momento del día para hacer un “sube y baja” del Col du Granon, dónde ganó de forma majestuosa una etapa Eduardo Chozas en 1986 tras una escapada de 140 km. En ese puerto que tiene su cima a 2404 m, en 2022 Vingegaard “reventó” a Pogacar que, hasta ese día parecía imbatible en el Tour. Nuestra primera gran subida, 12 km al 9%, tuvo como premio un precioso atardecer… con poco tiempo para disfrutarlo. Nos pusimos el cortavientos para bajar, por los pelos no nos pilló la noche.
Un desayuno rematado con croissants recién hechos nos dejó preparados para la primera gran ruta: nos esperaban 100 km con salida y llegada en Briançon y la subida al Izoard como gran atractivo. Un recorrido que está marcado cada kilómetro y que tiene zonas espectaculares como las Gorges du Guil, un desfiladero que te lleva ya a las primeras rampas a la subida por la cara sur del Izoard. Son 14 kilómetros en los que subes 1048 m con un desnivel medio del 7,5%. Aunque los primeros kilómetros no pasan del 5%, fue la zona dónde más sufrimos. El calor era tremendo… menos mal que encontramos un par de fuentes ¡acabamos metiéndonos dentro vestidos! La cosa se pone más serie a partir de La Chalp, con rampas de más del 10%. Ya cerca de coronar, giras una curva y entras en el extraño y fascinante escenario de la Casse Déserte. Este paisaje mineral, con sus enormes monolitos y extensiones de roca, evoca un universo lunar único en los Alpes. En esta zona hay una bajada de 400 m justo antes del monumento que rinde homenaje a 2 leyendas del ciclismo: Louison Bobet y Fausto Coppi. Te quedan apenas 2 km para la cima del Col d'Izoard, a 2360 m de altitud, pero no son coser y cantar, te esperan 3 magníficas curvas con una pendiente que ronda el 9%. Arriba hay un pequeño museo del ciclismo. No tuvimos mucho tiempo para verlo ni para fotos porque venía la lluvia que nos alcanzó justo acabando la bajada que termina en las mismas calles de Briançon.
Al día siguiente, tuvimos que pasar a primera hora por el mecánico porque uno de los componentes puso un casette con mayor desarrollo. Todos los demás ya teníamos montado un plato de 34 y una corona grande de 34 dientes también. Esa tarde teníamos que pasar a coger el dorsal de La Marmotte que empezábamos al día siguiente, pero aprovechamos la mañana ir en coche hasta dónde empieza el Col Angel y hacer un “sube y baja”. Justo ese día se abría el tráfico tras el invierno. En los 2744 de su cima está la frontera con Italia, una subida preciosa, por allí pasó Aníbal con sus elefantes camino de Roma, por un valle enorme pero que a nosotros nos recibió con viento de cara. Eso hizo más duros sus 20 km (al 6,6% de media).
LA MARMOTTE
El gran objetivo del viaje era hacer “La Marmotte”. Es una de las marchas cicloturistas más famosas de Europa. Son 177 km con 5000 metros de desnivel. Demasiada tela para nosotros sobre todo porque te dan un tiempo límite para estar al pie del Alpe d’Huez . Afortunadamente en los últimos años tienen la opción de “Rando des Marmottes”, en el que divides en 2 el trazado y ellos se encargan de llevarte una mochila con tus cosas para pasar la noche en Valloire dónde has tenido que buscarte alojamiento.
Encontramos un grupo de unos 500 ciclistas (el domingo en la larga salen más de 4000). El sábado hicimos 97 km desde Bourg d'Oisans a Valloire, subiendo el Glandon (21 km al 5,5%) y el Télégraphe (12 Km al 7%), quedando 79 km para la segunda jornada. El desnivel es casi idéntico, 2700 cada día. En la segunda jornada tienes de salida la subida de salida del gigante Galibier, mi favorito por las vistas increíbles que te ofrece: la cima está a 2642 m tras subir 17,5 km al 6.9% Km) y el Alpe d’Huez. Allí te enfrentas a sus famosas 21 curvas, donde te vas entreteniendo, leyendo las placas que hay en cada curva con los nombres de los ciclistas que han ganado allí una etapa. Tras superar los 14 Km (7,5% desnivel medio) te dan tu medalla de finisher y ¡a comer! La inscripción cuesta 85 € y merece la pena, con avituallamientos con buen surtido de la marca española de suplementación 226ERS… ¡y además te puedes poner morado de queso brie! En la web www.marmottegranfondoalpes.com/en/ tenéis todos los detalles.
Para poner la guinda habíamos dejado la subida al Col de la Bonette por la carretera más alta de Europa con sus 2804 metros (la del Veleta es más alta pero no tiene paso y aquí si bajas te vas hacia Niza). Nos alojamos en la casa de una familia (Maison Familiale des Gueyniers) que está en el sitio perfecto, justo al pie del puerto. Como en casa y baratísimo.
El Col de la Bonette son 23,5 km al 6,81%. Hay que guardar fuerzas porque tiene una rampa final tremenda. Cuando llegas arriba alucinas con la cantidad de motos que suben hasta allí. Por cierto, en las bajadas de todos los puertos alpinos debes extremar la precaución ya que hay bastante tráfico de coches, motos, autocaravanas y ciclistas.
Y en todo lo alto terminó “nuestro Tour”. No muchos kilómetros, 381 finalmente, pero con 10899 metros de desnivel positivo acumulados. Con las piernas castigadas, pero ya con ganas de una escapada al Tourmalet y a otros gigantes de los Pirineos el verano que viene.