Vuelta a España

Cuando el corazón puede con una clavícula rota

Hace 20 días, David de la Cruz se rompió la clavícula en la Vuelta a Polonia pero el irrefrenable deseo de correr la Vuelta le ha traído a Marbella en una recuperación a contrarreloj

Ainara Hernando

3 minutos

Vuelta a España 2015

Todo se pudo haber acabado allí, en una carretera sin nombre, de un pueblo perdido, de un país remoto. Era la segunda etapa de la Vuelta a Polonia y todo se podía haber terminado allí. En esa cuneta maldita a la que David de la Cruz se fue al suelo. ¡¡Crac!! Algo dentro de él crujió. Un hueso se había roto. La clavícula, el talón de Aquiles de los ciclistas. El joven catalán del Etixx-Quick Step se la había partido por la mitad a veinte días exactos de comenzar la Vuelta a España. Todo se pudo haber acabado allí. “Me metieron en la ambulancia y lo vi muy negro, todo se me vino encima. Lo más normal era no estar aquí”. Está. Un milagro. Una recuperación a contrarreloj. O simplemente un corazón con un ardiente deseo de correr la Vuelta a España que ha sido irrefrenable.

La ambición, el deseo y las ganas son las que han traído a David de la Cruz a la Vuelta. Ellas han podido con una clavícula rota en tan solo veinte días con una operación de por medio. A toda prisa. David de la Cruz no iba a ser ciclista, iba para atleta. No hay más que hacer un repaso a su físico, tren inferior potente, piernas de jirafa, largas y finas. La bicicleta llegó de casualidad, un día que no aguantaba más sentado en el pupitre de clase y escuchando las aburridas y eternas lecciones. “Así que me levanté en medio de la clase, todos mis compañeros me miraron como diciendo, ‘¿y éste a dónde va?’. Se quedaron alucinados. Cogí y me marché”. Sus pasos le llevaron hasta una tienda de bicicletas. Se quedó pegado al cristal con la boca abierta admirando una bicicleta. Era una BH Iseran. Costaba 500 euros. “Guárdamela, que mañana vengo a por ella”.

Empezó a entrenar con la grupeta de la tienda y después se apuntó a un equipo ciclista. Pronto lo vio el Caja Rural y lo reclutó para su equipo amateur. En poco más de un año dio el salto al equipo profesional. De ahí al NetApp Endura y este año viste el maillot del Etixx-Quick Step. A toda velocidad. Igual que su recuperación para llegar a la Vuelta. “No ha sido fácil”, narra él, “cuando me llevaron al hospital en Polonia, la máquina de Rayos X parecía que era la de Marie Curie de lo vieja que era”. ¿Pero dónde estoy?, se preguntaba él. Un día después lo llevaron a Bélgica, “donde me operó el médico que interviene a todos los ciclistas del equipo”. No quiso ni ponerse el brazo en cabestrillo, “para no perder fuerza y no ralentizar la recuperación, así la sangre circularía mejor por el brazo y regenaría más rápido. Metía la mano en el bolsillo para tenerlo quieto”. David intentó hacer “la vida lo más normal posible, porque no quería sentirme mentalmente como un lisiado”. Actuó rápido. “Me cogí un hotel en Andorra. Ya que iba a hacer rodillo era mejor estar en altura y no en mi casa de Sabadell”. Allí pasó los peores momentos.

“Un día que estaba haciendo rodillo, faltaban ocho días para venir a la Vuelta y tenía programado series. Cuando acabé la sesión me dolía muchísimo. En la cama me dolía, no descansaba bien, tenía que tomar medicación…entonces se me vino todo encima”. Pero al día siguiente salió a la carretera, “y al pasar algún bache notaba que me molestaba pero el dolor era soportable”. Habló con todos los médicos del equipo y con Xavier Mir, el galeno que le operó cuando se fracturó también la clavícula el pasado año durante el Tour de Francia y que le forzó a abandonar en su debut en la ronda gala, y todos le dieron el visto bueno. El billete para viajar a Málaga.

“No es el mejor camino para venir a la Vuelta”, sabe De la Cruz, “y en la crono por equipos de Marbella sufrí mucho. Tuve que cambiar de posición la cabra porque era demasiado agresiva, me molestaba mucho. Subí los acoples y los abrí un poco más de la cuenta. Pero el equipo quería hacerla bien y disputarla, así que quería sentirme partícipe, pero noté dolor”. Los masajistas y el osteópata del Etixx-Quick Step están teniendo en estos primeros días especial atención con él y el equipo no le pone ninguna presión. “Mi intención era ver hasta dónde podía llegar en la general, porque en Dauphine estuve adelante y eso me hizo crecerme, pero con esto que me ha pasado, lo más importante ahora es que el dolor vaya a menos, pensar en el día a día”. La primera victoria ya la tiene David de la Cruz. Estar aquí. Su irrefrenable deseo de correr la Vuelta ha logrado soldar su clavícula en veinte días.