“En tres días he perdido seis años de vida”, contaba ayer, cuando La Vuelta se metía en la cama, uno de los miembros destacados de la organización de la carrera. Oscuridad adelantada, neutralización de tiempos, Evenepoel ganando y estampándose contra una empleada del Gobierno de Andorra en Arinsal... Ni un solo día de respiro en este inicio, de los más agitados que se recuerdan en la ronda hispana. Toda la familia ciclista necesitaba un respiro y al fin, con la llegada a Tarragona se dio. Con alguna que otra caída mediante. “El mismo recorrido de ayer pero en el sentido contrario, ha sido bonito”, declaraba Remco Evenepoel.
La Vuelta bajó los biorritmos por un día y partió de Andorra, el país de los ciclistas. Familias, parejas y niños de los participantes se contaban a montones por la zona de la salida, sin mascarilla ellos, para despedir a sus luchadores antes de dar comienzo a la cuarta etapa con final en la Tarragona romana. Día para gladiadores, los hombres raudos y grandes, los veloces del pelotón tomaron protagonismo. Por las últimas rectas se vio asomar a Iván García Cortina pero “la caída me cogió con las marchas cambiadas, me costó un poco salir y ya perdí la oportunidad”. Se deja caer el asturiano al mismo tiempo que despega Molano, pero en los últimos metros le atrapa Kaden Groves, el gran favorito para las llegadas masivas de esta edición, que le vapulea y se lleva la etapa.
El australiano ha corrido tres grandes: un Giro, que no lo terminó, “porque me encontré enfermo” y dos Vueltas. Y en las tres ha ganado. “Estoy muy orgulloso de mi rendimiento, este año he cambiado mi preparación porque me he ido a hacer altitud y se nota. Trabajé con este mismo grupo de corredores que estamos aquí y eso nos hará encontrar oportunidades los próximos días”. Mañana, en Burriana tendrá otra oportunidad.
Eso le deja a Remco Evenepoel muy pocas opciones de ceder el liderato como quiere. “Aunque no lo he pensado mucho todavía porque nos hemos dedicado a celebrar el triunfo de etapa. Sabíamos que hoy sería imposible cederlo y seguramente mañana, la misma historia”. El belga corre con la calculadora. “En Javalambre será la primera oportunidad de soltarlo pero tenemos que pensar que no podemos entregarlo a un corredor que sea del grupo de favoritos a ganar La Vuelta”. Por eso insiste en la calma, más en un autodiscurso que otra cosa. Se lo dice a sí mismo, corredor de sangre caliente. “Hay que ver día a día y cuando se dé el momento aprovechar la oportunidad como hice en el Giro”.
De la caída de ayer tras cruzar la línea de meta y chocarse contra una mujer, miembro del gobierno andorrano, apenas queda una tirita en su ceja para cubrirla. “No he tenido ninguna sensación extraña. El médico del equipo hizo un gran trabajo ayer por la noche en el hotel, así que todo va bien”. Queda atrás, como todas las polémicas para que La Vuelta eche a rodar y se hable de lo que de verdad importa: el espectáculo.