Luis Pasamontes

Moto 1, para moto2

El Blog de Luis Pasamontes

Luis Pasamontes

3 minutos

Moto 1, para moto2

Hola amigos, después de un tiempo retomamos el blog, sinceramente tenía ganas de volver a compartir con todos vosotros mis vivencias. Hace meses terminaba uno de mis post (La Grupeta de la Tele) así:

“Ayer Saray se ponía el dorsal y arrancaba dispuesta a llegar a lo más alto de esta carrera. La verdad que  su fortaleza me recuerda a la de Induraín, por eso se que su regularidad y trabajo diario, le harán conseguir el maillot amarillo”

Al final no hemos podido llegar a meta, pero no por las ganas, el esfuerzo o el trabajo diario, sino por factores ajenos a nosotros. No siempre ganan los mejores, así es el ciclismo, así es la vida. Yo como gregario siempre te recordaré como una gran LIDER, con la que más he aprendido, a la que más he querido.

 “La vida es como la bicicleta, hay que pedalear hacia adelante para no perder el equilibrio”. Albert Einstein

 

Con esta frase, comenzamos .

Hace poco se celebraba la Vuelta a Asturias y hoy os traigo una anécdota que tiene que ver con esta. Mis últimos metros de entrenamiento cada día, eran el comienzo del puerto del Acebo. De hecho, este puerto da nombre a la Avenida donde viví toda mi infancia. Una ascensión dura que comienza con un giro en la Calle Uría, aquella donde vi alzar los brazos al ciclista que cambio mis ilusiones. Son 10 kilómetros con un ligero descanso y rampas duras, un último kilómetro donde casi siempre sopla un fuerte viento, que hacen que llegues sin nada a la cima. Nunca lo había subido entero, demasiado duro y exigente para mi por entonces. En alguna ocasión me animaba a seguir un poco más arriba del portal de mi casa. Metido en una motivación extrema y narrando mi propio ataque, recordaba el tono de voz del gran Pedro González. Solía asomarme a la ventana de mi habitación y observar durante unos minutos, me servía como desconexión cuando estaba estudiando. Aquella tarde cuando giré mi cabeza, vi un ciclista asomar al fondo de la curva. Desde el primer segundo supe que era profesional, se ve a la legua. Maillot amarillo, culotte negro, fino y con ese moreno especial que tiene el ciclista… comencé a repasar mi enciclopedia mental. Tiene que ser Marcelino García, el ciclista de Muros del Nalón que milita en la Once y que pasó hace dos años a profesional. A los pocos segundos ya estaba a la altura de mi ventana y sin pensarlo salí disparado, cogí una chaqueta, el casco de mi moto y mientras abría la puerta y corría por la escalera (más rápido que el ascensor), le decía a mi madre: “Ahora vengo, luego te cuento…”.

Comencé la persecución como si de una moto de televisión se tratara, iba en busca del escapado. Como subía, apenas unos minutos desde que había dejado mi ventana y aún no alcanzaba a verlo. Al fondo de aquella rampa estaba, movía la bici de lado a lado con una facilidad pasmosa, que clase. Un corredor delgado y alto, tenia una gran facilidad para desenvolverse en subidas duras. Me situé detrás de él a una distancia prudencial, no quería incomodarlo. La moto hacia un ruido espantoso ¿qué esperabas en rampas de ese calibre…?, el motor no podía ir a ralentí. Aquél Vespino negro tenía pedales y me puse a pedalear para ayudar al motor, que excusa para meterme en el papel y creerme que perseguía a Marcelino camino del Acebo. Miró hacia atrás, se extrañó que no le adelantara, me puse más nervioso aún. Pensé si acercarme a saludarle y conversar con él, pero demasiado tímido por entonces como para cometer esa osadía. Seguí durante unos kilómetros y volvió a mirarme, creo que el ruido del tubo de escape comenzaba a incomodarle: normal, las que le acompañaban en carrera hacían mucho menos ruido. Paré y vi como se alejaba muy rápido hacia la cima, seguro haciendo un reconocimiento para la Vuelta a Asturias. Bajé a casa y me fui directo a por las revistas de Ciclismo a Fondo, me puse a buscarle en foto. Mira mama, este, este es, le acabo de ver entrenando, como va, increíble. De nuevo a la ventana y a esperar a verlo pasar en bajada, hasta perderlo en la curva del fondo.

Unos días después esperaba tras las vallas en el Acebo y pese a la presencia del gran Miguel Induráin, yo estaba pendiente de la actuación del asturiano. Venía en los puestos de cabeza y no hacia más que hablar de él, mis amigos me preguntaban quien era, no le conocían. Les contaba una y otra vez la historia de la moto y me miraban con caras extrañadas, que pesado me ponía. Escartín se jugaba la victoria con Gentili y el de Biescas era descalificado por una acción antirreglamentaria.

Induráin entraba tercero y a pocos segundos Marcelino, que buena carrera del asturiano haciendo vibrar a todos sus paisanos. Tuve la oportunidad de coincidir en la máxima categoría con él y contarle la historia, se quedó alucinado escuchándola. Después de su carrera terminó sus estudios de ingeniería técnica, nunca descuidó su formación. Hoy he querido compartir con todos vosotros esta historia, la misma que sorprendió al propio protagonista.

Twitter/ Instagram: @pasamontesluis