Specialized ha aplicado sus teorías “Smoother is faster” y “Suspend the rider, not the bike” a la Roubaix, al equiparla con los sistemas de suspensión Future Shock y AfterShock, con 20 mm de recorrido entre el manillar y el cuadro, y otros 20 mm en la tija del sillín, respectivamente, reduciendo las vibraciones e impactos que recibe el ciclista en lugar de absorberlos la bici. De esta forma, las ruedas se separan lo menos posible del suelo, no se altera la geometría al comprimirse la horquilla o el basculante, ni se complica y añade peso a la bicicleta. Y a más suavidad y comodidad, rodaremos más rápido y reduciremos la fatiga.
También se ha aligerado el cuadro más de 50 gramos respecto a la generación anterior, y aunque pueda parecer poco ahorro, hay que tener en cuenta que se incluyen nuevas roscas para poder llevar tres portabidones y una bolsa en el tubo horizontal -junto a la dirección-, o también guardabarros; y que los pasos de rueda son más amplios. El carbono utilizado en la versión S-Works probada es el 12r, el más ligero y rígido de la marca estadounidense, compartido con las S-Works Tarmac y Aethos tope de gama. Un peso total de 7,4 kg -sin pedales y en talla 56- verificados en nuestro departamento de pruebas, es una cifra realmente competitiva si tenemos en cuenta el añadido de los sistemas de suspensión, sobre todo el Future Shock delantero.
Detalles como el rediseño del tubo de dirección, la nueva sección del tubo diagonal o los tirantes más bajos, entre otros cambios, reducen su CdA -coeficiente de arrastre- logrando una mejor eficiencia aerodinámica, que nos permite ser hasta 17 segundos más rápidos sobre su predecesora en un tramo de 100 kilómetros, lo equivale a unos 3 vatios de ahorro durante ese recorrido.
MUCHO MÁS QUE ADOQUINES
El origen de la Roubaix no debe condicionarnos y llegar a la conclusión de que sólo sirve para ir a tope sobre los adoquines, en ese caso no tendría sentido su venta al público ya que casi nadie la utilizaría para rodar principalmente sobre tramos de pavé.
Sabemos que la foto que acompaña este texto -atravesando el puente medieval del Grajal, sobre el río Manzanares- no ayuda a entender que las piedras no son su hábitat natural y que las cualidades buscadas por Specialized sean, por encima de otras, la comodidad y el control de la bicicleta en todo tipo de firmes.
Desde asfalto en perfecto estado, pasando por el que tuvo días mejores, pistas de tierra compacta o sterrato, tramos de gravel sin complicaciones... y sí, también disfrutaremos cuando toque pedalear sobre el temido pavé emulando a Boonen, Cancellara o Sagan sobre sus S-Works Roubaix.
Dureza ajustable
La regulación de la precarga del muelle del sistema Future Shock 3.3 se confía a un dial situado sobre la potencia, en el lugar que ocuparía la tapa de dirección. Para accionarlo debemos obligatoriamente soltar una mano del manillar, pero con un giro de 180º pasamos de la firmeza mínima a la máxima en décimas de segundo y con muy poco esfuerzo. En nuestro caso, sólo modificamos la dureza, situándola en la posición más firme, al rodar por asfalto en muy buen estado; en otros tipos de superficies casi siempre lo llevábamos totalmente abierto, ya que el sistema hidráulico de la suspensión -sólo presente en la versión 3.3 de la S-Works- evita rebotes del muelle y que esté constantemente oscilando arriba y abajo.
Tiene 6 puntos de ajuste -con clicks muy bien definidos-, y gracias a la acertada dureza del muelle de serie apenas utilizamos las posiciones intermedias. El tubo de la horquilla tiene 24,6 mm de diámetro -no es estándar- y debe utilizar una potencia Future Stem o una convencional de 1-1/8” con adaptador.
Flexión controlada
La tija del sillín va anclada al tubo vertical por debajo de su unión con el horizontal unos 65 mm -ensanchándose a partir de ese punto para no limitar su movimiento- con la misión de aumentar la longitud de la tija que va al aire, elevando su capacidad para flexar hacia atrás y lograr más absorción de vibraciones o baches recibidos por la rueda trasera. El recorrido o 'deformación controlada' del sistema -llamado AfterShock- tiene un recorrido de hasta 20 mm, al igual que en el Future Shock delantero, pero depende de la porción de tija que llevemos sacada.
Obviamente, sólo funciona mientras permanezcamos sentados; si pedaleamos de pie sobre los pedales o nos levantamos un poco del sillín en zonas bacheadas, se comportará como una bici convencional. Una tapa de goma cubre y protege todo el sistema, pero permite unos milímetros de movimiento de la tija en ese punto. Los tirantes se sitúan más abajo de lo habitual, siguiendo las tendencias de diseño para, sobre todo, mejorar la absorción.
Al descubierto
Si nos detenemos en la parte frontal de la Roubaix, salta a la vista la elevación central del manillar -un Hover tope de gama S-Works fabricado en carbono- que nos ayudará a adoptar una posición más relajada de la mitad superior del cuerpo.
También utiliza en el tubo frontal o de la dirección unos rebajes en la zona central que se asemejan a las formas de un reloj de arena, un diseño que está ampliamente demostrado que reduce la resistencia al viento en ese área. Los latiguillos del freno delantero y trasero van por el exterior desde el manillar hasta el cuadro y la horquilla, quedando a la vista; actualmente ya es casi una norma -excepto en bicis de gamas inferiores- que vayan total o parcialmente ocultos en el manillar y la potencia, pero la Roubaix no puede esconderlos debido a que el sistema Future Shock lo impide porque su funcionamiento modifica la longitud del tubo de la horquilla y los latiguillos no pueden ni deben comprimirse o desplazarse en el interior del cuadro. Quizá en futuras versiones sí puedan lograr esconderlos.
De lujo
Tanto el grupo, el más que probado y alabado tope de gama de SRAM, el RED eTap AXS -con potenciómetro-, como las ligerísimas ruedas Roval Terra CLX II con cubiertas tubeless S-Works Mondo de 32 mm, o componentes como el manillar, potencia, tija o sillín -todos S-Works-, forman un conjunto de alta calidad, muy ligero y al que realmente pocos peros podemos poner.
Los platos con dentado 46/33, combinados con el casete 10-33, consiguen como desarrollo más largo el equivalente a un 50x11, y el más corto tiene una relación 1:1 -una vuelta de rueda por cada pedalada-, perfectos bajar, llanear o, sobre todo, subir por una amplísima variedad de perfiles; aunque para un uso más off road hubiésemos elegido un casete 10-36 para mantener la cadencia y el agarre en las rampas más duras. A su vez, ese dentado más amplio nos dejaría mantener el plato grande durante más tiempo, por ejemplo en zonas con repechos o puertos suaves al combinarlo con las coronas superiores del casete.
Geometría
Si comparamos sus ángulos y medidas con los de sus compañeras de catálogo Tarmac SL8 -para alto rendimiento en carretera- y Crux -su gravel más racing-, se confirma que la Roubaix SL8 se encuentra en un punto medio, el que correspondería a una gran fondo.
Su reach -alcance al manillar- es 6 mm inferior al de la Tarmac y sólo 1 mm por encima de la Crux -todas en talla 56-; mientras el stack -altura de la dirección- es nada menos que 40 y 45 mm superior a la Tarmac y Crux, respectivamente. En cuanto a la distancia entre ejes, es 21 mm más larga que la Tarmac y 11 mm más corta que la Crux; y la longitud de vainas alcanza 420 mm, frente a los 410 mm de la Tarmac y 425 mm de la Crux.
Las cualidades buscadas son la comodidad y el control en todo tipo de firmes
Roubaix
En 2004, Rodney Hines -diseñador de la marca- creó la primera Roubaix. El cuadro estaba fabricado en aluminio, pero sus tirantes, además de la horquilla y la tija, eran de carbono e incluían unos elastómeros llamados Zertz, encargados de filtrar vibraciones, baches... y los adoquines de uno de los cinco monumentos del ciclismo, la París-Roubaix, prueba en la que los modelos de competición resultaban incómodos y con pasos de rueda que no podían alojar tubulares más anchos. La segunda generación SL2, lanzada a finales de 2007 y ya con un cuadro 100% de carbono y tecnología Zertz, fue la bici con la que Tom Boonen consiguió dos de sus cuatro victorias en el Infierno del Norte en 2008 y 2009. Damos un salto en el tiempo a 2017, año en el que se estrena el sistema Future Shock -con triunfo de Peter Sagan-; y en 2019 la versión 2.0 -con la victoria de Philippe Gilbert-. En total, 7 éxitos en la carrera más exigente, tanto para bicicletas como ciclistas.
El juicio
La Roubaix no pertenece a una categoría definida, ha creado una. Abarca mucho más que una gran fondo gracias a sus sistemas de suspensión y el amplio paso de ruedas. El perfil de ciclista buscado será aquel que incluya en sus rutas carreteras en mal estado, sterrato, o incluso gravel -pero con limitaciones-. Para el test nos desviamos de nuestras rutas habituales ya que su asfalto está en muy buenas condiciones.
Con las cubiertas hinchadas a más presión de la recomendada y el Future Shock en el punto de más precarga, no tuvimos problemas en mantener el ritmo de otros ciclistas con bicis más racing gracias a su rigidez, ligereza y muy buen comportamiento; aunque el manillar Hover eleva en exceso las manos. En tramos en mal estado o tierra dura nos sorprendió su alta absorción, que permite pedalear con mayor control y velocidad. Para gravel ligero llegamos a instalar cubiertas de 40 mm, pero creemos que no es la bici más adecuada cuando llega el terreno complicado... aunque se defiende con dignidad.
Ficha técnica