La jornada en la que Nairo Quintana se enfundó de rosa en el último Giro y que le sirvió, a la postre, para coronarse rey de la corsa italiana, la dantesca jornada del Gavia, el Stelvio y el final en alto del Val Martello, la de la nieve y la tempestad, la de la polémica y la bandera roja de una neutralización que no existió, la de los ciclistas congelados, de piedra y temblando sobre las bicicletas bajo la tormenta, esa jornada, al pequeño ciclista colombiano se le pasó varias veces por la cabeza la retirada ya desde el descenso del primer puerto. En la bajada del Gavia Nairo sentía que no podía más, que aquello sobrepasaba los límites de lo que un ser humano puede soportar. Se lo reveló a Gorka Izagirre, que lo llevaba tan protegido como podía. “Me quiero bajar, Gorka. No puedo más”. El mayor de los hermanos Izagirre no lo aceptó. “¡No es el momento de retirarse Nairo! Hay que seguir, ¡vamos!”, le repetía. Gorka tuvo incluso que darle comida a la boca, pues el colombiano apenas podía despegar los brazos del manillar y echarlos atrás para coger del bolsillo del maillot un pastelito. Unas horas después Nairo se hacía con el liderato de la carrera y cinco días después, en Trieste ganaba el Giro de Italia.
Y ahora, seis meses después, toda una temporada pasada, Gorka echa la vista atrás a ese día y afirma, “días así te unen más a un compañero. Te hacen acercarte más a él”. Aquel momento que pasó con Nairo “lo recordaré siempre, fueron muchas cosas, tantas emociones…bufff”. Con esa expresión ahogada y la mirada al horizonte lo dice todo pero lo tiene claro Gorka: “lo haría por cualquier compañero. Si hubiera sido Alejandro me hubiera comportado igual. Yo estaba allí en ese instante y me tocó a mi, lo hice lo mejor que pude”.
Gorka fue parte de aquella hazaña, de aquel Giro como fue parte del tercer puesto de Alejandro Valverde en la última Vuelta a España. Él es de las dos partes. De los dos equipos que subyacen dentro del Movistar, el de Nairo Quintana y el de Alejandro Valverde. “Pero yo no creo que el equipo esté así, ceñido. Igual por fuera se ve así pero no es que haya dos bandos”.
Al lado de Gorka, tan tímido y retrotraído, en uno de los sofás de la entrada al hotel Castillo de Gorraiz donde se concentra todo el Movistar se sienta Imanol Erviti escuchando y enseguida apremia a la conversación el navarro, siempre tan locuaz y con su gran sonrisa iluminando el rostro, para recordar que “Gorka es un hombre de confianza de Nairo y de cualquiera de los que estamos. Con solo un año se ha hecho un corredor muy importante dentro del equipo”.
Imanol, tan buen ciclista como persona, es la mano derecha de Alejandro Valverde. Uno de los corredores en los que más confianza deposita el astro murciano. Allá donde corre El Bala está él, amigo, confesor y con su gigante cuerpo y sus enormes lomos, protector. “Pero esto es deporte, y si no estás bien en las carreras previas a un gran objetivo, te puedes quedar fuera. Aquí hay mucha competencia y la calidad de los chavales es muy alta. Si no estás bien no vas a correr junto a ellos”.
“Lo que une es la carrera”
La semana que el equipo Movistar ha pasado concentrado en Gorraiz ha dado para mucho. Fotos, vídeos, tomar las tallas de la ropa, medir, pesar, la presentación de los nuevos fichajes ante todos los compañeros –la tradicional noche en la que los recién llegados tienen que subirse a la mesa tras la cena con una servilleta en la cabeza, contar un chiste y explicar a qué han venido al equipo de Eusebio Unzúe aguantando los nervios y el miedo escénico delante del resto de corredores, cuerpo técnico y directivo-, reuniones y charlas. También recibieron la visita de Javier Horcajos, psicólogo deportivo. “Y parece que es un loquero”, dice entre risas Erviti, “pero está bien para saber cómo enfocar las cosas, para sacarle más partido a tu propia idea”.
Les dijo que es más inteligente pensar en los objetivos de rendimiento que en los resultados, “porque estar en un sitio es más complicado, pues tu no tienes todo el poder de influencia sobre eso, nos repetía que depende de muchos factores que te condicionan muchísimo”.
No duda Imanol que “lo que une es la carrera. Pasas unas condiciones duras, sufriendo, pero plantarles cara, sacarlas adelante, te hace estar orgulloso del grupo. Me acuerdo que en mayo estaba en Sierra Nevada, preparando el Tour y ver la etapa del Stelvio…es que te hace grupo hasta no estando en carrera. Semejante día, todo el mundo sufriendo y vosotros allí…reventando aquello”, dirige la mirada Imanol a Gorka y el de Ormaiztegi esboza una sonrisa rememorando aquel épico día. “Y nosotros”, prosigue Erviti, “gritando: ¡¡Más, más, más!! Fue una maravilla eso”.
Las situaciones malas también unen, las extremas, como la etapa de la Vuelta del 2013 que nevó camino de la Collada de la Gallina. “Anduvimos pasándolas canutas pero salvamos el día y al llegar al bus todos decíamos, ‘venga, que ya hemos pasado lo peor’. Nos animábamos. Cuando pasas cosas así apoyándonos los unos a los otros, eso une mucho”.
La sencillez de Nairo y las bromas de Valverde
“No cuesta trabajar para ellos”, afirma sin dudarlo Gorka Izagirre, “sabemos a lo que vamos”, y coincide Imanol que “la motivación es alta si encima vas a disputar”. Y es alta especialmente por los hombres a los que entregan sus pedaladas. “Tanto Nairo como Alejandro te trasmiten mucha confianza y más que eso”, precisa Gorka, “es la cercanía que tienen con nosotros. La tranquilidad y la naturalidad. Me impresiona que teniendo el peso que tienen dentro del pelotón luego sean tan simples. Eso hace que se aun grupo tan bueno el que tenemos. Todo eso se trasmite después y se ve en carrera”.
Eso es lo que tiene de especial Valverde, explica Erviti, “que es uno más dentro del autobús. La sensación que tienes es que lo das todo porque se lo merece. No es que lo esté exigiendo o que lo tengas que hacer por obligación, por lo menos así es para mi. Se lo merece. Tú lo haces y él responde siempre. O está ganando o está en podio o está en la pelea, luego hay suerte o no, remata o no se puede, pero no falla, está peleando por ello. Eso te da otra fuerza mental”, explica el navarro.
“Y luego siempre está vacilándote y haciéndote bromas”, dice Gorka. “No para de chincharte. Nairo también lo hace pero de diferente modo, es un poquito más serio aunque también tiene sus momentos”, a lo que Imanol Erviti le da continuidad: “la diferencia con Nairo, es que él está en la juventud, creciendo y en la voracidad que hay en esa fase. Alejandro ya ha pasado por eso, está en otra fase quizás más estable, en otra edad. Es el proceso de la vida. Tiene otra estabilidad, otra calma. No tanta voracidad como Nairo”. ¿Otra forma de ver la vida? “ Igual es hasta la misma pero en diferente escalón. Para conseguir lo que ha conseguido Alejandro también había que ser súper ambicioso, voraz, rematador. Oportunidad que tiene ¡pam! No falla. Como ahora Nairo”, razona Erviti.
El calendario de carreras de ambos está aún en el aire, “pero dependerán bastante de los líderes. Correremos con ellos la mayor parte del calendario”, pero Gorka Izagirre ya tiene un objetivo entre ceja y ceja. “me gustaría correr el Tour”, dice. “¡Que te fastidia la Klasika de Ordizia, tío!”, le recuerda entre risas Erviti. “Es cierto, la carrera de casa pero merecería la pena el sacrificio”, responde Izagirre. “Además, me gustaría ver hasta dónde puedo llegar si tengo oportunidades en alguna vuelta de una semana, pero primero habrá que ceñirse a lo que corren nuestros jefes de filas”, prosigue el vasco.
El deseo para el 2015 de ambos es el mismo: “Ser parte de un momento clave que marcase algo gordo para Nairo y para Alejandro”, dice Imanol. En eso de los sueños, Gorka, que sigue casi tan tímido como al principio al fin se suelta. Lo tiene claro y no lo oculta. “Ser parte del equipo que gane una grande…el Tour por ejemplo”.