El nacimiento en 2005 del UCI ProTour, rebautizado como World Tour seis años después, comportó un reordenamiento en las tres categorías de equipos ciclistas profesionales que la temporada pasada cumplió dos decenios. Las antiguas divisiones TT1, TT2 y TT3 acabaron reorganizadas y reconvertidas, incluyendo algún ajuste posterior, en las World Team, Pro Team y Continental Team que han llegado hasta hoy, en las que España contará esta temporada con seis representantes.
Tras un arranque marcado por la abundancia de los primeros momentos al que siguieron fuertes estrecheces en consonancia con la situación del país, nuestro pelotón ha alcanzado cierta estabilidad en los últimos tiempos marcada por tres patrones que se vienen repitiendo desde 2022: un equipo en la élite, cuatro en el segundo escalafón y, por último, una única formación en la división continental, donde las condiciones económicas exigidas por el reglamento complican la durabilidad de cualquier iniciativa, más allá de nacer y pensar rápidamente en crecer, o de tratarse de un filial, una rareza en nuestro ciclismo que por aquí sólo hemos visto de modo oficial con los antiguos, y ya desaparecidos, Orbea y Euskaltel en su primera versión.
CABEZAS DE CARTEL
La excelente salud del ciclismo español a nivel deportivo durante la primera década del siglo XXI, unida al aparente buen momento de la economía por entonces, posibilitaron que España estuviese ampliamente representada al máximo nivel tras la creación del World Tour. Cuatro conjuntos tuvieron plaza en el nacimiento de esa nueva primera división: Caisse d’Epargne, Liberty Seguros, Saunier Duval y Euskaltel-Euskadi, pero a excepción del primero que continúa como Movistar Team, el resto iría desapareciendo por diferentes motivos sin que naciesen nuevas formaciones, ni tampoco ninguna consiguiera ascender desde niveles inferiores. Sólo el frustrado proyecto de Fernando Alonso para 2014 pareció gozar de cierta consistencia como para pensar en tener una nueva estructura nacional al margen de las mencionadas.
Sin grandes altisonancias, pero viviendo también una fuerte crisis a mediados de la pasada década que dejó reducida nuestra representación únicamente al Caja Rural por espacio de cinco años, la categoría ProTeam -Profesional Continental en sus inicios- presenta los mejores números entre nuestros equipos actuales. Hasta trece estructuras han tenido representación en ella, con predominio, sobre todo en los primeros años, de patrocinios públicos que han permitido que ámbitos como Andalucía, Burgos, Comunidad Valenciana, Extremadura, Fuerteventura, Galicia, Murcia o el País Vasco tengan o hayan tenido formaciones de cierta implantación y carácter regional.
La obtención de una invitación a la Vuelta a España, cada vez más complicada con la evolución de los reglamentos de participación, ha sido siempre su caballo de batalla, y en muchos casos el principal argumento que les permitía seguir existiendo. Algunas como 3 Molinos, Extremadura, Fuerteventura o Kaiku se fueron sin poder debutar en ella, y a día de hoy, y salvo que se produzcan cambios de última hora, nuestra gran vuelta dispondrá únicamente de dos plazas libres para los ProTeams, un quebradero de cabeza tanto para ellos como para la propia Unipublic, que de momento, y sin que nada ni nadie lo obligue, viene eligiendo la rotación como sistema para intentar hacer lo más justo posible su reparto entre los cuatro españoles: Burgos Burpellet BH, Caja Rural-RGA, Euskaltel y Kern Pharma.
LA CATEGORÍA DE BRONCE
Los continentales, por último, continúan viviendo una difícil realidad que les obliga a contar con una representación casi testimonial. Desde 2010 nunca se ha ido por encima de dos equipos en una misma temporada. Su problemática, mil veces repetida, estriba en la elevada inversión necesaria en suelo español para salir a la carretera con un calendario que se estrecha y complica a partir del mes de abril, y que obliga a correr en el extranjero más de lo deseable para completar una segunda mitad de temporada en condiciones. Illes Balears- Arabay repite como único representante en un escalón que, en sus mejores momentos, contó con cuatro y cinco equipos inscritos, aunque favorecidos por obligaciones económicas mucho menos exigentes.
Los baleares, que ya han anunciado su intención de progresar para el año próximo, son un ejemplo más de una tendencia habitual en la categoría en España, donde a diferencia del resto de países del planeta ciclista excepto Francia -donde su remuneración es todavía mayor- los corredores son considerados profesionales y asalariados como tales de acuerdo con un convenio colectivo. Los cuatro ProTeams españoles de la actualidad, o el propio Polti Visit Malta que emigró a Italia para hacerlo, nacieron en este tercer escalón, pero cuando sus posibilidades y economía lo permitieron no dudaron en subir de nivel y ampliar sus miras deportivas, con la mejora en el calendario y la participación en las grandes vueltas como grandes objetivos.
El póker vasco
La fuerte implantación y aceptación que el ciclismo ha tenido históricamente en el País Vasco ha ayudado a que este territorio llegara a contar, durante estas últimas veinte temporadas, con cuatro estructuras diferentes con apoyo público, de las que curiosamente dos, y pese a existir en diferentes momentos, compartieron nombre y diseño de equipación. Las dos versiones del Euskaltel-Euskadi, la antigua World Team y la actual ProTeam; el Orbea continental, rebautizado como Equipo Euskadi en sus dos últimas temporadas; y el Murias de Jon Odriozola se han ido encargando de dar representación al más alto nivel a una región que en sus momentos de apogeo, en la primera década de siglo, logró que sus mejores ciclistas corriesen y brillasen en su equipo en las competiciones más importantes.
Mientras que Murias nació y permaneció cinco temporadas como un ente autónomo, las otras tres formaciones lo hicieron bajo el paraguas de la Fundación Euskadi, creada en 1993 para promocionar el ciclismo vasco y que perdura, 32 años después, con el actual Euskaltel-Euskadi. Orbea y el primer Euskaltel-Euskadi aterrizaron respectivamente en 2005 en las categorías continental y ProTour, iniciando sendas trayectorias que se prolongarían por diez y nueve años. Tras un vacío de tres temporadas, la Fundación regresó al campo profesional con un proyecto nacido desde la modestia, y que con el tiempo ha alcanzado cierta estabilidad en la segunda categoría. El añorado Tour de Francia, donde con esos mismos colores brillaron Iban Mayo, Haimar Zubeldia o David Etxebarria, parece de momento un objetivo inalcanzable para una estructura que, soñando con que lleguen tiempos mejores, ha conseguido participar en tres ediciones de La Vuelta.