Nueve sectores no asfaltados y siete cotas en sus últimos 60 kilómetros han venido a variar la identidad tradicional de la París-Tours, una cita muy amable con las altísimas velocidades donde su apriorística facilidad para la resolución al sprint no siempre, ni mucho menos, era tal. Una carrera ajena al palmarés del ciclismo español hasta que Óscar Freire se impuso en la edición de 2010, la única victoria de un corredor español. Ahora, desde 2018, al menos este año, de momento, la Paris-Tours se presenta remozada. Una suerte de traslación del espíritu de la París-Roubaix, pero en los caminos sin asfaltar entre los viñedos cercanos a la villa del Loira.