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Richie Porte abandona el nido

El tasmano abre una nueva etapa en su vida dejando atrás el Sky y a su amigo Froome por el que entregó su mejor forma, la misma que busca ahora para arrebatarle en julio el maillot amarillo.

Ainara Hernando

2 minutos

Richie Porte abandona el nido

A Richie Porte le había llegado la hora. Era momento de desplegar las alas y volar. Demasiado ciclismo en las piernas, demasiadas cosas por las que luchar que no se podían quedar en incógnita solo por quedarse, como un pajarillo rezagado en el nido con su madre protectora. Había que emprender el vuelo. Dejar a los amigos detrás y el ciclismo cómodo, el de entrenar duro y sacrificarse por otro pero huyendo de todo el protagonismo.

Los flashes y las cámaras que tan poco le gustan al tasmano. Porque no tener eso también significaba no tener victorias, no apuntar a ellas siquiera. Al Tour, que al final es lo que cuenta. Eso quería Porte y no miró atrás, a su fiel y confidente Froome. No miró la vista atrás cuando emprendió a la marcha de su casa, el Sky donde tanto le han mimado –hasta poniendo a su disposición una autocaravana gigante y lujosa en el pasado Giro de Italia- y dijo adiós.

Después de haber entregado sus piernas a Wiggins en el Tour del 2012 y hacer lo mismo con Froome, a Porte le ha llegado la hora de ser el líder. Pero serlo de verdad. Sin condiciones ni exigencias de un calendario alternativo como el pasado año en el que el tasmano buscó su oportunidad en el Giro de Italia, del que se marchó descalabrado tras la sanción que le impusieron los jueces por su cambio de rueda ilegal. Quería ser líder Porte sin los oportunismos propios de una caída como la de Froome en el Tour del 2014 que terminó en la posición 23º.

Su destino fue el BMC, en el movimiento del mercado más sonado del invierno ciclista. Con el equipo suizo intentará asaltar el Tour de Francia este año. “Y ya noto la presión, mucho más que otros años, pero nunca he luchado por el Tour así que me motiva mucho”, asegura.

Ahora todo es nuevo. Compañeros, directores, colores, bicicleta y también entrenador. El suyo desde esta temporada es David Bailey. “Me ha dicho que solo tengo que limitarme a andar en bicicleta y disfrutar como cuando estaba en mi casa de Tasmania. Eso es lo que he estado haciendo”.

Porte está corriendo el Tour de Omán, donde no ha empezado con buen pie. En la primera etapa se ha dejado más de dos minutos y medio pero dice que no le preocupa. “De esta carrera lo importante es la Green Mountain el viernes, a ver qué sucede allí”. Viene de debutar en el Tour Down Under donde, asegura “tenía mucha más presión”. Le favoreció. Ganó la etapa reina de Willunga Hill y fue segundo en la general, superado tan solo por Simon Gerrans. “De esa carrera he aprendido que todo consiste en estar más relajado en enero y que, a pesar de no haber hecho el mismo trabajo que otros años, he vuelto a Europa con un buen resultado”.

Su primer objetivo de verdad será la París-Niza. Allí probará sus piernas con los grandes contendientes a los que tendrá que enfrentarse en el Tour que pretende discutirle a su ya ex compañero pero amigo por siempre Chris Froome. Allí, también, se medirá si realmente se entiende con Teejay Van Garderen, el hombre con el que está llamado a compartir galones.

“Cuando vuelva de Omán saldremos a entrenar juntos por Niza. No voy a tener problemas con él, estamos en la misma sintonía”, asegura, “y ya es un buen amigo”. Además, asegura Porte, “cuando vas a un equipo como colíder junto a Van Garderen no es lo mismo que estar en el Sky donde tienes a Chris Froome, que es el líder claro”, explica. ¿Será entonces un tándem como el de Nairo Quintana y Valverde?, le preguntan, “Bueno”, responde Porte, “¡yo prefiero que sea uno como el de Wiggins y Froome!”.