No hay frase que defina mejor la realidad de la París-Roubaix que la lanzada por el propio Peter Sagan después de cruzar la línea de meta. “Para ganar en el Infierno del Norte necesitas más que buenas piernas”. Pues él las tenía, pero la fortuna le ha torpedeado una y otra vez hasta anular por completo sus opciones de triunfo.
Cuando restaban 70 km para la conclusión, y justo cuando había formado un interesante grupo en cabeza de carrera junto a Daniel Oss (BMC), Jasper Stuyven (Trek) y su compañero en el Bora-Hansgrohe Maciej Bodnar, padeció un primer pinchazo que le obligó a detenerse y a ser neutralizado por el grupo perseguidor. Mientras que el segundo y definitivo, se produjo una vez superado Mons-en-Pevele y con el corte bueno ya formado. “Ha sido una París-Roubaix muy rápida y dura. Mis compañeros de equipo han hecho un gran trabajo durante todo el día, pero he sufrido pinchazos en los momentos críticos de la carrera cuando, además, estaba en cabeza de carrera y atacando. Aun así, esto forma parte del ciclismo y lo volveré a intentar el año que viene”, ha concluido con resignación el campeón del mundo.