Laura, su madre, entre bromas, reivindica también su apellido (Cobo), y que algo habrá tenido que ver ella también. Al fin y al cabo, su hermano Roberto (y tío de Marcos) también fue ciclista profesional, aunque de forma mucho más discreta que Óscar. Su padre, en cambio, le quita todo el hierro al asunto: “Hijo, cuando te sigan preguntando por ello, lo de que si te pesa mi apellido, di que un kilo y medio”, zanja entre risas.
Lo cierto es que Marcos apenas habla del tema con su padre y, a su madre, lo que verdaderamente le preocupa es que su hijo se pueda ir al suelo. “Al fin y al cabo, a tu padre le conocí en la calle y aprendí a quererlo, pero a ti te he parido yo”, recalca.
Ambos saben que a su hijo le está cambiando la vida. Tanto los genes heredados, ya sean de una rama o de otra, como su constancia en el ciclismo, le han llevado a fichar por el UAE Team Emirates Gen Z, el filial del que seguramente sea el mejor equipo del mundo actualmente.
En su primer año de junior, Marcos fue invitado a una concentración de una semana con el equipo. El segundo año, la concentración multiplicó por dos su duración. A la tercera que acudió ya lo hizo como miembro de pleno derecho del equipo filial.
Si se gestó el fichaje fue porque Joxean Fernández Matxin, Actual Director Deportivo principal del equipo, se empeñó en que así fuera. Gran amigo de la familia Freire, conocía a Marcos desde que nació. Le había seguido en muchas carreras y, dado que sus casas apenas distan en 15 kilómetros, le invitó un día a cenar para ofrecerle un contrato.
Marcos abrió mucho los ojos y Joxean se anticipó. Le dijo que no se asustara por coincidir con corredores como Tadej Pogacar, que todos tienen dos brazos, dos piernas y una cabeza. Que aprendiera de la humildad del esloveno, al que su gran palmarés aun no le ha robado la perspectiva. Lo cierto es que Marcos aún se siente pequeño, pero tiene la suerte de que los mayores le están enseñando.
En gran parte, tiene la fortuna de hablar italiano perfectamente. Lo aprendió en la escuela de Sorengo, una pequeña comuna suiza perteneciente al Distrito de Lugano, donde nació en la época en la que sus padres vivieron allí y donde también nació su hermano Mateo, el mediano.
Aún guarda amigos de la infancia, pero lo que más recuerda, aunque era muy pequeño, es el cariño de la gente hacia su padre que ha conseguido heredar, mucho más elocuente del que siente en España con tantas preguntas recurrentes hacia la comparativa con su padre que le hacen responder automáticamente. “Mi padre es uno y yo soy otro, cada uno con su camino en el ciclismo”, se limita a decir.
Lo que realmente le hace feliz es saber que su padre, aunque no se lo diga, se siente orgulloso de una trayectoria que apenas ha empezado en un deporte que ya le ha sido ingrato. Por un lado, están las caídas que tanto le preocupan a su madre y que le han generado una plica, un pliegue en un tejido de la rodilla producto de un porrazo en la disputa de la Paris Roubaix para sub23. Afortunadamente, entre los doctores Divar, exmédico del Racing de Santander y Adrián Rotuno, actual médico de su equipo, están consiguiendo que ya no le duela y que no necesite operarse como si tuvo que hacerlo su padre.
Por desgracia, la herida que sigue sin cicatrizar es la que le produjo en el pecho la noticia del fallecimiento de su amigo Samuele Privitera, al que conoció hace unos meses gracias a su amigo Rubén Sánchez y con quien compartió tres semanas en Croacia durante la disputa de una serie de carreras. En su recuerdo quedarán para siempre aquellas tardes de hotel jugando al futbolín y billar o los bidones que Samuele regaló a su novia.
Pero la vida rueda tan deprisa como sus piernas y Marcos pronto tendrá la oportunidad de participar en la Vuelta a Castilla y León donde tanto su familia como sus amigos estarán presentes. Seguramente, a su padre, si alguien le identifica en las cunetas, le preguntaran por su hijo. Ya no tanto por sus mundiales. Tres consiguió él. Si le preguntan a Marcos, también sueña con otro, con el cuarto. Sabe que es pensar a lo grande. Pero hay que ampliar el palmarés de los Freire...y de los Cobo. Gen Z.