Profesional entre 1959 y 1969, Julio Jiménez -conocido como El Relojero de Ávila- ha sido uno de los mejores escaladores de la historia del ciclismo.
Compitiendo contra algunos de los más grandes ciclistas de todos los tiempos, como Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Roger Pingeon o Eddy Merckx, logró cinco victorias de etapa en el Tour de Francia, cuatro en el Giro de Italia y tres en la Vuelta a España, además de conquistar en tres ocasiones el Gran Premio de la Montaña en el Tour y otras tantas en La Vuelta, y de ser 2º en la Grande Boucle de 1967 y 4º en el Giro del 66. Estos son solo algunos de los muchos éxitos y resultados destacados que firmó Julio Jiménez, casi todos logrados cuando la carretera apuntaba al cielo.
Un ciclista de leyenda al que hemos visitado en su Ávila natal, en cuyo Archivo Histórico Provincial hay una exposición -“Julio Jiménez, Grimpeur du ciel. Escalador del cielo”, abierta hasta finales de mayo- dedicada a su figura, en la que se pueden contemplar los maillots que vistió, numerosas imágenes de su árchivo personal y otros muchos objetos y documentos de gran interés para los amantes del ciclismo.
Aprovechamos la ocasión para, en una interesante charla que podéis ver en este vídeo, repasar con él la prolífica carrera de una de las grandes leyendas de nuestro ciclismo. Entre otras muchas historias y anécdotas, Julio Jiménez explica cómo tuvo que luchar hasta pasar a profesionales, ya con 25 años, con entrenamientos de ir y volver en bici de Ávila a Madrid en trayectos en los que bajaba a buscar piezas de recambio para la relojería de su primo en la que trabajaba.
Cuenta su debut en el Tour y aquella mitica escapada de salida con Bahamontes en la que no se pusieron de acuerdo porque Fede no quiso renunciar a la montaña y el toledano perdió la oportunidad de ganar su segundo Tour, así como su victoria en la que es una de las etapas legendarias de la ronda francesa: en el Puy de Dome, el día que Anquetil y Poulidor subieron, literalmente, codo a codo.
Y también recuerda cómo perdió el Giro de 1966 -en el que acabó cuarto- por no hacer caso a los consejos de Anquetil (que corrió como gregario suyo en el Ford), y cómo un ciclista español le arrebató gran parte de sus opciones de lograr la victoria de su vida, el Tour de 1967, en el que fue segundo