Clasicómanos, vueltómanos, gentes sin complejos, aventureros y supervivientes, todos ellos compañeros de aventura entre Arras y Roubaix. La esperaba etapa del empedrado. Novena etapa del Tour de Francia. La traslación de la París-Roubaix a una vuelta de tres semanas. En el ciclismo de las escapadas planificadas, el adoquín es indomable. Y su incertidumbre iguala a todos, más allá de presupuestos. O de tácticas. En Roubaix, aunque no en el velódromo, se impuso el alemán John Degenkolb (Trek –Segafredo). Entre lágrimas. “Es duro de explicar, llevaba mucho tiempo persiguiendo una victoria así”, decía el alemán, ganador de la París-Roubaix en 2015, en su mejor día desde aquel atropello en las carreteras levantinas durante una pretemporada.
Degenkolb peleó con Gren van Avermaet, todavía líder de la ronda gala, y el también belga Yves Lampaert, campeón nacional de su país, en un larguísimo sprint donde el alemán recuperó su pedalada poderosa otrora tan característica. Cuesta hablar en pasado, porque Degenkolb, quién lo diría, tiene 29 años. Pero no han sido dos años fáciles. El teutón, Van Avermaet y Lampaert se destacaron a comienzos del penúltimo tramo de los quince del menú, el de Camphin. Y ya no habría reacción efectiva dentro de ese grupo cabecero en el que se entremezclaban favoritos a la general, gregarios y espíritus libres especialistas sobre las piedras en la gestión de la sucesión de averías, pinchazos y acelerones.
La nómina de favoritos para ganar la ronda gala sufrió modificaciones, algunas bajas y también pérdidas de peso en lo que a opciones se refiere. Aunque no tantas. La primera, fundamental, la de Richie Porte, quien no llegó ni a los tramos de pavé. Chris Froome, tetracampeón, salvó el día y se dejó ver en algún tramo, además de en los últimos seis kilómetros, pero también besó el suelo en la entrada de sector 8, el único cinco estrellas entre todos los propuestos.
Novena etapa del Tour 2018.
El británico del Sky, tras la incertidumbre inicial, acabaría regresando al grupo antes del inicio del sector 7. Un grupo donde Movistar iba excepcionalmente representado, con hasta seis corredores (no era uno de ellos José Joaquín Rojas, retirado en los primeros compases), pero no quiso echarle un pulso al dorsal 1. Alejandro Valverde, con maneras clasicómanas en su presencia en la carrera, y el colombiano Nairo Quintana, también sobrevivirían a la etapa del empedrado dentro de ese grupo de favoritos. Como Tom Dumoulin, como Bauke Mollema, como Vincenzo Nibali, como Primoz Roglic, como Adam Yates, como Jakob Fuglsang, como Rafal Majka o como Ilnur Zakarin.
Aunque algunos ilustres bien cayeron bien se vieron puntualmente cortados por las circunstancias de carrera, el único gran castigado por las piedras fue el colombiano Rigoberto Uran, al que una caída a unos 30 kilómetros para el final alejó definitivamente del grupo de los ilustres, con los que perdió algo menos de minuto y medio. El de Education First ya no podría volver a conectar, a diferencia de Mikel Landa y del francés Romain Bardet. El primero, tras hacer un afilador con otro corredor, se fue al suelo y se pegó un buen golpe en el costado derecho, pero se rehizo, sustentando por Amador y Erviti, y en la línea de meta perdió siete segundos. Bardet, lastrado por un par de averías, la última dentro de los últimos seis kilómetros, logró reducir el tamaño de la tragedia con idéntica concesión.
… Y este lunes, primera jornada de descanso.
Así va la general.